5 de diciembre de 2008

Juicio contra Flaubert




uando apareció la obra Madame Bovary, Francia entera se escandalizó. ¿Cómo se permitía que aquel Flaubert publicara la vida licenciosa y disparatada de 'esa' mujer?¿Podía convertirse una 'cualquiera', una mujer sin principios morales en heroína de una novela?

En realidad, los que la censuraban se comportaban como ella misma: creían que lo que leían era verdad y no sabían distinguir entre la ficción y lo real.

"Una novela, ¡y qué novela! La más imparcial, la más leal" son palabras de Baudelaire sobre Madame Bovary, en la revista L'Artiste (1857).

Él es el primero, y durante bastante tiempo el único, en afirmar que la dimensión moral del texto es secundaria, que la obra de arte debe justificarse por sí misma, lejos de cualquier otra consideración. En el Prólogo, al hablar de la heroína, reconoce que tiene «todas las gracias del héroe», «sublime en su especie, en su pequeño mundo, frente a su pequeño horizonte». Se pregunta qué es lo que la absuelve.
Y la respuesta: «Emma Bovary persigue un ideal».

En esto la francesa y decimonónica Emma Bovary se acerca, literariamente, a Don Quijote, español y del siglo XVII. Y esta búsqueda de ideal los hace universales y Bovary y Quijano caminan en post de aquello que han leído en los libros: un mundo de fantasía, que los hace diferentes al resto de sus congéneres, que se conforman con lo que la prosaica realidad les ofrece.