14 de febrero de 2005

¿Diálogo? entre un griego y un romano

Las fábulas del Arcipreste tienen todas su gracia, pero, en el fondo, esconden mensajes, no es tan inocente como parece a simple vista. En esta ocasión, como dice Hispanitas más abajo, aquí hay un problema semiológico, cómo un mismo signo puede tener varios significados. Permitidme que repita el cuentecillo de forma más entendible:
Nos cuenta el de Hita cómo los romanos le piden las leyes a los griegos (cosa que si no es tan literal, sí tiene base real, pues el derecho romano tiene una gran influencia del ateniense). Los griegos deciden poner a prueba a los romanos, y para ello mandan a un 'sabio doctor'. Los romanos se asustan porque no tienen a nadie del nivel del griego para dialogar con aquél, sin embargo consiguen un voluntario: un villano bastante bruto. Llega el día del encuentro. El griego y el romano se sienten frente a frente. El griego se levanta y alza un dedo. El romano hace lo propio y levanta tres dedos. El griego entonces extiende su mano abierta. El romano levanta su puño en alto. El griego admirado dice, sí, los romanos se merecen las leyes, hay que darselas. El griego dice "él dijo que había un solo Dios, y el romano me contestó que sí, pero en tres personas. Yo le dije que todo se hacía según su voluntad. Y él me dijo que todo estaba bajo su poder" El romano, por su parte, cuenta a sus compatriotas cómo había sido el diálogo: "El griego me dijo que me rompería con el dedo el ojo, yo le dije que le metería mis dedos por los ojos y por la boca. El me dijo que me daría una buena bofetada y yo le dije que probaría mi puño"
Me parece totalmente actual, en realidad nunca ha perdido su vigencia esta historia. Hablamos y hablamos, creemos que nos entienden y en realidad cada cual entiende lo que quiere. Dicen que hay tantas lecturas como lectores, y es cierto, no sólo depende la comprensión de lo que hay escrito, sino de nuestro bagaje personal y cultural. Dice el arcipreste que no hay mala palabra, sino mal entendimiento. Puede que sea cierto.


De Libro del Buen Amor, del Arcipreste:

Entiende bien mis dichos, e piensa la sentençia,
non me contesca contigo como al doctor de Greçia
con 'l rivaldo romano e con su poca sabiençia,
quando demandó Roma a Greçia la sçiencia.
Ansí fuer, que romanos las leyes non avíen,
fueron las demandar a griegos que las teníen;
respondieron los griegos, que non los meresçíen,
nin las podrían entender, pues que tan poco sabíen.
Pero si las queríen para por ellas usar,
que ante les convenía con sus sabios disputar,
por ver si las entendíen, e meresçían levar:
esta respuesta fermosa daban por se escusar.
Respondieron romanos, que los plasía de grado;
para la disputaçión pusieron pleyto firmado:
mas porque non entendíen el lenguaje non usado,
que disputasen por señas, por señas de letrado.
Pusieron día sabido todos por contender,
fueron romanos en coyta, non sabían qué se faser,
porque non eran letrados, nin podrían entender
a los griegos doctores, nin al su mucho saber.
Estando en su coyta dixo un çibdadano,
que tomasen un ribaldo, un bellaco romano,
segund Dios le demostrase faser señas con la mano,
que tales las fisiese: fueles consejo sano.
Fueron a un bellaco muy grand et muy ardid: dixiéronle:
«Nos avemos con griegos nuestra convid'
»para disputar por señas: lo que tú quisieres pid',
»et nos dártelo hemos, escúsanos d'esta lid.»
Vistiéronlo muy bien paños de grand valía,
como si fuese doctor en la filosofía;
subió en alta cátedra, dixo con bavoquía;
«D'oy más vengan los griegos con toda su porfía.»
Vino ay un griego, doctor muy esmerado,
escogido de griegos, entre todos loado,
sobió en otra cátedra, todo el pueblo juntado,
et comenzó sus señas, como era tratado.
Levantose el griego, sosegado, de vagar,
et mostró sólo un dedo, que está çerca el pulgar;
luego se asentó en ese mismo lugar;
levantose el ribaldo, bravo, de mal pagar.
Mostró luego tres dedos contra el griego tendidos,
el polgar con otros dos, que con él son contenidos
en manera de arpón, los otros dos encogidos,
asentose el nesçio, catando sus vestidos.
Levantose el griego, tendió la palma llana,
et asentose luego con su memoria sana
levantose el bellaco con fantasía vana,
mostró puño çerrado; de porfia avía gana.
A todos los de Greçia dixo el sabio griego:
«Meresçen los romanos las leyes, yo non gelas niego.»
Levantáronse todos con pas e con sosiego;
grand honra ovo Roma por un vil andariego.
Preguntaron al griego, qué fue lo que dixiera
por señas al romano, e qué le respondiera
dis: «Yo dixe, que es un Dios: el romano dixo, que era verdad,
»uno et tres personas, e tal señal fesiera.
»Yo dixe, que era todo a la su voluntad;
»respondió, que en su poder teníe el mundo, et dis
»desque vi, que entendíen, e creíen la Trinidad,
»entendí que meresçíen de leyes çertenidad.»
Preguntaron al bellaco, quál fuera su antojo.
Dis': «Díxome, que con su dedo me quebrantaría el ojo
»d'esto ove grand pesar, e tomé grand enojo,
»et respondile con saña, con ira e con cordojo:
»que yo l' quebrantaría ante todas las gentes
»con dos dedos los ojos, con el pulgar los dientes.
»Díxom' luego após esto, que le parase mientes,
»que me daría grand palmada en los oídos retinientes.
»Yo l' respondí, que l' daría una tal puñada,
»que en tiempo de su vida nunca la vies' vengada;
»desque vio la pelea teníe mal aparejada,
»dexos' de amenasar do non gelo presçian nada.»
Por esto dise la patraña de la vieja ardida,
non ha mala palabra, si non es a mal tenida;
Ovidio: Ars Amandi
"Así que, cuando te sirvan los dones de Baco, puesto sobre la mesa, y te toque como compañera en el lecho contiguo una mujer, suplica al padre Nictelio (Baco) y a los ritos sagrados de la noche que no permitan que el vino te haga perder la cabeza. En ese momento tienes oportunidad de decir muchas cosas escondiéndolas en frases de doble sentido, que ella comprenda que van referidas a sí, y garabatear tiernas lindezas con un poco de vino, de forma que pueda leer sobre la mesa que ella es tu dueña; y mírala a los ojos con ojos que declaren tu pasión ardiente: muchas veces un rostro silencioso tiene voz y palabras. Procura ser el primero en coger las copas que hayan tocado sus labios y bebe por la parte por la que beba tu amada; cualquier manjar que haya tocado ella con sus dedos, cógelo tú y al cogerlo, tócale la mano. Trata también de agradar al compañero de tu amada; se convertirá para vosotros en un amigo de mucha utilidad. Si te toca por suerte beber, concédele dicho honor primero a él, y dale la corona destinada a tu cabeza. Ya sea inferior o igual a ti, que se sirva siempre antes que tú, y no dudes en dirigirle palabras amistosas. Camino seguro y duradero es engañarle bajo apariencia de amistad; más, aunque sea seguro y duradero el camino, entraña delito. Así también un administrador ejerce sobre muchas cosas un control en demasía y considera que debe atender a más de las que se le han encomendado.

Yo te daré la medida justa en la que debes beber: que tu mente y tus pies puedan cumplir su cometido. Ten cuidado con las disputas a las que el vino predispone especialmente, y con las manos demasiado proclives a peleas feroces. Euritión murió neciamente mientras bebía el vino que le habían ofrecido (Con motivo de las bodas de Hipodamía y Pirítoo, el centauro, enloquecido por el vino, cometió diversas fechorías, lo que motivó que los hombres de Pirítoo le cortaran las orejas y nariz y lo expulsaran): la mesa y el alcohol se prestan más a bromas divertidas. Si tienes buena voz, canta; si brazos ágiles, baila; y agrada con cualquier habilidad con la que puedas agradar. Así como la embriaguez verdadera resulta perjudicial, así también la fingida te será provechosa: haz que tu lengua engañosa balbucee con sonidos entrecortados para que cualquier cosa que hagas o digas con más licencia que la debida, la atribuyan al alcohol que bebiste de más. Desea buena suerte a tu amada y buena suerte al que duerma con ella, pero en silencio implora desgracias para su acompañante. Y cuando, después de retirar las mesas, se marchen los invitados, el tropel mismo te dará lugar y ocasión de acercarte. Mézclate con el tropel y arrimándote dulcemente a ella cuando salga, pellízcala con los dedos en el costado y rózale el pie con tu pie."

(Traducción de Vicente Cristóbal López, lo que aparece entre paréntesis son aclaraciones mías)

También nos aconseja a nosotras:
"¿Qué diré de los vestidos? No quiero ocuparme de los bordados ni de la lana dos veces teñida en la púrpura de Tiro. Pudiendo usar tantos colores de precio menos elevado, ¿qué furor os induce a gastar en el traje todas vuestras rentas? (...)
Cuantas flores produce de nuevo la tierra a la llegada de la primavera, en que brotan las yemas de la vid sin temor del invierno perezoso, tantas y más varias tinturas admite la lana; elige con acierto, pues el mismo color no conviene a todas personas por igual. El negro dice bien a las blancas como la nieve, a Briseida sentaba admirablemente, y cuando fue arrebatada vestía de negro. El blanco va. mejor a las morenas; Andrómeda lo prefería, y vestida de este color descendió a la isla de Serifo. Casi me disponía a advertiros que neutralizaseis el olor a chotuno que despiden los sobacos, y pusierais gran solicitud en limpiaros el vello de las piernas; mas no dirijo mis advertencias a las rudas montañesas del Cáucaso, ni a las que beben las aguas del Caico de Misia. ¿A qué recomendaros que no dejéis ennegrecer el esmalte de los dientes y que por la mañana os lavéis la boca con una agua fresca? Sabéis que el albayalde presta blancura a la piel y que el carmín empleado con arte suple en la tez el color de la sangre. Con el arte completáis las cejas no bien definidas y con los cosméticos veláis las señales que imprime la edad. No teméis aumentar el brillo de los ojos con una ceniza fina o con el azafrán que crece en tus riberas, ¡oh transparente Cidno! Yo he compuesto un libro sobre el modo de reparar los estragos de la belleza, de pocas páginas, pero donde hallaréis mucha doctrina. Buscad allí los cosméticos de que tenéis necesidad las feas; en mi arte aprenderéis mil útiles consejos, si evitáis que el amante vea expuestos sobre la mesa vuestros frascos: el arte sólo mejora el rostro cuando se disimula. ¿A quién no causan disgusto los mejunjes con que os embadurnáis la cara, que por su propio peso resbalan hasta vuestro seno?; ¿a quién no apesta la grasa que nos envían de Atenas extraída de los vellones sucios de la oveja? Repruebo que en presencia de testigos uséis la medula del ciervo u os restreguéis los dientes: estas operaciones aumentan la belleza, pero son desagradables a la vista. Muchas cosas repulsivas al hacerlas, agradan una vez hechas. Las magníficas estatuas cinceladas por el laborioso Mirón, antes de labrarse fueron bloques informes de pesado mármol. Para formar un anillo, primero se bate el oro, y de la sórdida lana se tejen las vestiduras que os cubren; la que era una tosca piedra, hoy se ha convertido en noble escultura, y es Venus que sale desnuda de las olas destilando el líquido humor de su cabellera. Imaginemos que te hallas durmiendo mientras arreglas tu tocado, y no aparezcas a nuestros ojos hasta después de darte la última mano. ¿Por qué he de reconocer el afeite que blanquea tu tez? Cierra la puerta de tu dormitorio y no dejes ver tu compostura todavía imperfecta. Conviene a los hombres ignorar mu. chas cosas: la mayor parte les causaría repulsión si no se substrajeran a su vista. ¿Ves los áureos adornos que resplandecen en la escena de los teatros?; pues son hojas delgadas de metal que recubren la madera, y no se permite a los espectadores acercarse a ellos sin estar acabados. Así, no preparéis vuestros encantos ficticios en presencia de los varones; mas no os prohibo ofrecer a la peinadora los hermosos cabellos, porque así los veo flotar sobre vuestras espaldas; os aconsejo, sí, que no eternicéis esta operación, ni retoquéis cien veces los lindos bucles, y que la peinadora no tema vuestro furor. Odio a la que le clava las uñas en la cara y le pincha con la aguja en el brazo, obligándola a maldecir la cabeza de su señora que tiene entre las manos, y a manchar con lágrimas y sangre sus cabellos aborrecidos. La que esté medio calva, ponga un guardia a la puerta o vaya a componerse al templo de la diosa Bona.

Arcipreste de Hita: la historia de Pitas Pajas

para el día de los enamorados, no está mal leer un poquito de Libro del Buen Amor, aunque el Buen Amor no es el terrenal, sino el que el hombre debe tener hacia lo divino, frente al Mal Amor que está representado por la pasión carnal. (al menos así se justifica el Arcipreste, crealo quien quiera):

Del que olvidó la muger te diré la fazaña
si vieres que es burla, dime otra tal mañana;
era don Pitas Pajas un pintor de Bretaña
casose con muger moça, pagábase de compaña.
Ante del mes complido dixo él: 'Nostra dona
'yo volo ir a Flandes, portaré muita dona.'
Ella diz': 'Monseñor, andar en ora bona
'non olvidedes vuestra casa, nin la mi persona.'
Dixo don Pitas Pajas: 'Dona de fermosura
'yo volo façer en vos una bona figura
'porque seades guardada de toda altra locura.'
Ella diz': 'Monseñor, façed vuestra mesura.'
Pintol' so el ombligo un pequeño cordero:
fuese don Pitas Pajas a ser novo mercadero,
tardó allá dos años, mucho fue tardinero,
façíasele a la dona un mes año entero.
Como era la moça nuevamente casada
avíe con su marido fecha poca morada,
tomó un entendedor et pobló la posada,
desfízose el cordero, que d'él non finca nada.
Cuando ella oyó que venía el pintor
mucho de priesa embió por el entendedor,
díxole que le pintase como podiese mexor
en aquel lugar mesmo un cordero menor.
Pintole con la gran priesa un eguado carnero
complido de cabeça con todo su apero,
luego en ese día vino el mensajero.
Que ya don Pitas Pajas de esto venía çertero.
Cuando fue el pintor de Frandes venido
fue de la su muger con desdén resçebido
desque en el palaçio con ella estido
la señal que l' feçiera non la echó en olvido.
Dixo don Pitas Pajas: 'Madona, si vos plaz'
'mostradme la figura e afán buen solaz!'
Diz' la muger: 'Monseñor, vos mesmo la catad,
'fey y ardidamente todo lo que vollaz.'
Cató don Pitas Pajas el sobre dicho lugar
et vido un grand carnero con armas de prestar.
'¿Cómo es esto, madona, o cómo pode estar
'que yo pinté corder, et trobo este manjar?'
Como en este fecho es siempre la muger
sotil e mal sabida, diz': '¿Cómo, monseñor,
'en dos años petid corder non se façed carner?
'Vos veniésedes templano et trobaríades corder.'
Por ende te castiga non dexes lo que pides,
non seas Pitas Pajas, para otro non errides,
con deçilres fermosos a la muger convides,
desque telo prometa, guarda non lo olvides.

Entre las ruinas.

¿Recuerdas que volvimos a la ciudad después del bombardeo?
Yo recuerdo cómo caminabamos lentamente entre los escombros, miramos con tristeza la que hasta la noche anterior había sido considerada como una población próspera, ahora, en las calles donde ayer corrían niños, los viejos tomaban el sol y las mujeres se preguntaban unas a otras qué noticias tenían de sus familiares que estaban en el frente, estaban solitarias y tristes, desoladas.
Esas mujeres que se lamentaban de la guerra, pero que creían que estaba lejos de ellas, que sus hijos, cuando jugaban en la calle, no corrían ningún peligro, comprendieron, de golpe, que la guerra estaba allí mismo, por todas partes.
Recuerda que ibamos señalando los restos de los que fue la escuela, la iglesia, la taberna en la que apenas hacía dos días habíamos comentado las últimas incidencias...
De pronto oímos un llanto, nos miramos sorprendidos y nerviosos empezamos a buscar el origen de aquel lamento; nos hicimos heridas en las manos, buscando entre los ruinas, hasta que llegamos al lugar. Nuestros corazones casi gritaban entre la desesperación y la alegría de encontrar una nueva vida.
Cascotes, ladrillos, cristales rotos... Nos quedamos petrificados, todas nuestras esperanzas se derrumbaron e incluso a más de uno le salió una carcajada histérica ante nuestro descubrimiento: ¡una muñeca!
Era simplemente una muñeca abandonada por las prisas..."
MIMR (1999)

Juan Ramón Jimenez: Intelijencia...

¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
. . . Que mi palabra sea
la cosa misma
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas . . .
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!

En este poema varias cosas nos sorprenden, por una parte, esa invocación a la 'inteligencia', muy alejada de las musas clásicas inspiradoras o de la propia inspiración de Becquer. Ahora no es algo ajeno al poeta, la poesía, el conocimiento, le llega a través de su propia inteligencia. Es la nueva actitud intelectualista del modernismo, bien lejana de la romántica. Pero, y aquí nos llama la atención algo más, no le pide a la 'intelijencia' que le dé a conocer la belleza, ni la musicalidad, no le pide nada simbólico, nada surrealista. Juan Ramón pide llegar al 'nombre exacto de las cosas'. También queda así lejos de las corrientes vanguardistas. El poeta pretende llegar al conocimiento a través de su alma, no es inventar cosas, no es crear un nuevo mundo, lo que él quiere es ver las cosas con su alma, pero las cosas tal y como son. el poeta es el filósofo, el catalizador que, gracias a su intelijencia, logra ver la realidad y consigue hacerla entendible y aceptable por el resto, consigue transmitirla. Idea antigua, pero nueva, antigua por lo que significa del poeta-medium, nueva, por la forma en la que pretende hacerlo.

José Emilio Pacheco

Nos sentimos en este cuento como un 'cotilla' mirando a través de un agujero la intimidad de un pobre feriante con una historia que va más allá del entendimiento humano.

El viento distante
EN UN EXTREMO DE LA BARRACA el hombre fuma, mira su rostro en el espejo, el humo al fondo del cristal. La luz se apaga, y él ya no siente el humo y en la tiniebla nada se refleja.
El hombre está cubierto de sudor. La noche es densa y árida. El aire se ha detenido en la barraca. Sólo hay silencio en la feria ambulante.
Camina hasta el acuario, enciende un fósforo, lo deja arder y mira lo que yace bajo el agua. Entonces piensa en otros días, en otra noche que se llevó el viento distante, en otro tiempo que los separa y los divide como esa noche los apartan el agua y el dolor, la lenta oscuridad.
Para matar las horas, para olvidarnos de nosotros mismos, Adriana y yo vagábamos por las desiertas calles de la aldea. En una plaza hallamos una feria ambulante y Adriana se obstinó en que subiéramos a algunos aparatos. Al bajar de la rueda de la fortuna, el látigo, las sillas voladoras, aún tuve puntería para abatir con diecisiete perdigones once oscilantes figuritas de plomo. Luego enlacé objetos de barro, resistí toques eléctricos y obtuve de un canario amaestrado un papel rojo que develaba el porvenir.
Adriana era feliz regresando a una estéril infancia. Hastiados del amor, de las palabras, de todo lo que dejan las palabras, encontramos aquella tarde de domingo un sitio primitivo que concedía el olvido y la inocencia. Me negué a entrar en la casa de los espejos, y Adriana vio a orillas de la feria una barraca sola, miserable.
Al acercarnos el hombre que estaba en la puerta recitó una incoherente letanía:
—Pasen, señores: vean a Madreselva, la infeliz niña que un castigo del cielo convirtió en tortuga por desobedecer a sus mayores y no asistir a misa los domingos. Vean a Madreselva, escuchen en su boca la narración de su tragedia.
Entramos en la carpa. En un acuario iluminado estaba Madreselva con su cuerpo de tortuga y su rostro de niña. Sentimos vergüenza de estar allí disfrutando el ridículo del hombre y de la niña, que muy probablemente era su hija.
Cuando acabó el relato, la tortuga nos miró a través del acuario con el gesto rendido de la bestia que se desangra bajo los pies del cazador'
—Es horrible, es infame —dijo Adriana mientras nos alejábamos.
—No es horrible ni infame: el hombre es un ventrílocuo. La niña se coloca de rodillas en la parte posterior del acuario, la ilusión óptica te hace creer que en realidad tiene cuerpo de tortuga. Tan simple como todos los trucos. Si no me crees te invito a conocer el verdadero juego.
Regresamos. Busqué una hendidura entre las tablas. Un minuto después Adriana me pidió que la apartara -y nunca hemos hablado del domingo en la feria.
El hombre toma en brazos a la tortuga para extraerla del acuario. Ya en el suelo, la tortuga se despoja de la falsa cabeza. Su verdadera boca dice oscuras palabras que no se escuchan fuera del agua. El hombre se arrodilla, la besa y la atrae a su pecho. Llora sobre el caparazón húmedo, tierno. Nadie comprendería que está solo, nadie entendería que la quiere. Vuelve a depositaria sobre el limo, oculta los sollozos y vende otros boletos. Se ilumina el acuario. Ascienden las burbujas. La tortuga comienza su relato.

México, 1963

Gombrowicz, Diario

Gombrowicz, escritor polaco, llegó a la Argentina en 1939, un mes antes de que se iniciara la guerra. Y aquí vivió durante más de veinte años.
"Partí hacia la Argentina por accidente, sólo por dos semanas. Si por esas cosas del destino la guerra no hubiera estallado hubiese retornado a Polonia... Pero nunca oculté que cuando trabaron la puerta y quedé atrapado en la Argentina, fue como si finalmente hubiese oído mi propia voz (...)
Apenas si puedo hablar de mis primeras experiencias en la Argentina, pero no puedo dejarlas afuera. Viví, como dije, en los hoteles más baratos, hasta en conventillos. ¡Yo, el Sr. Gombrowicz, me sumergí en la degradación con pasión! Luego, repentinamente, rejuvenecí, moral y físicamente. En las calles la gente me llamaba joven, como si no tuviera treinta y cinco años. Nunca fui tan poeta como entonces, en aquellas calurosas calles abarrotadas de gente, completamente perdido (perdido en el gentío, y perdido también en cuanto a mi destino). Enjambres de gente, multitudes, luces, barullo ensordecedor, olores y mi pobreza era mi alegría; mi caída fue mi nuevo contrato de vida. Me dejé arrastrar sin hesitar, desprejuiciado, en esta Babel de lenguajes. Formé parte de ella. Y mis conocidos circunstanciales, con quienes trabé amistad con sorprendente facilidad (descubrí esta neutralidad en mí, el mí artificial, y se apareció como el más preciado tesoro, una piedad, un respiro, una liberación), me ayudaron como pudieron. Un día, caminando por la calle Corrientes, fijé mi mirada, prolongada, en una vidriera (¡Qué honor para el Sr. Gombrowicz!). Le dije al muchacho que estaba conmigo que tenía hambre. (¡Qué honor!) 'No te preocupes', dijo. 'Tengo un muerto. Habrá suficiente para los dos.' Tomamos un tranvía y fuimos a los suburbios, a una casa en un barrio proletario donde, efectivamente, un hombre muerto yacía en su ataúd. No sé de qué nacionalidad sería, pero estaba cubierto de flores. Y su familia, amigos y conocidos aceptaban su partida en un silencio macabro. Después de decir nuestras oraciones pasamos al cuarto contiguo donde había un buffet para los participantes –¡sandwiches y vino!. Mientras comíamos mi amigo me dijo que por lo general buscaba muertos en aquel barrio, y que la mejor manera de obtener las direcciones era preguntando al sacristán.
Este 'cadavérico' repaso, este joven y elegante consumo de un muerto, parece simbolizar ahora aquel periodo. Un festín cadavérico devorado con juvenil voracidad al que, a mi edad, no tenía más derecho. Después de todo, mi naturaleza no era otra que la diversión y los juegos –pero los más sublimes, gloriosos juegos que pudiera jugar conmigo mismo. Gracias a este paradójico gusto por la descomposición que descubrí en mí, sobreviví triunfalmente la guerra y la pobreza. Y hoy no siento remordimiento por haber usado mi derrota, mi desgracia o la de mi familia –o, de hecho, la de la mitad del mundo– como puente hacia un amargo, condenado regocijo. No, tenía derecho a hacerlo. Pero mantuve cierta prudencia burguesa y nunca me dejé entreverar en actividades más peligrosas. La cana me llevó en varias ocasiones, pero nunca por mucho tiempo, y casi siempre por culpa de mis amigos y no por crímenes que yo haya cometido."

del capítulo IV de W.Gombrowicz - "A kind of testament" (1973). Calder & Boyars. London
(traducción: Ernesto Resnik)

En 1958:
" (...) Mientras tanto ¿cómo es esa Argentina?, ¿cuál es ese "nosotros"? Nadie lo sabe. Si un inglés o un francés dicen "nosotros", bueno, a veces eso puede significar algo, porque allá desde hace siglos se sabe más o menos qué es Francia o Inglaterra. ¿Pero en la Argentina? Mezcla de razas y herencias, de breve historia, de carácter no formado, de instituciones, ideales, principios, reacciones no determinadas, maravilloso país, es verdad, rico en porvenir, pero todavía no hecho. ¿Es ante todo Argentina lo autóctono, quienes se asentaron allí hace tiempo? ¿O es sobre todo la inmigración transformadora y constructora? ¿O quizás Argentina es precisamente una combinación, un cocktail, una mezcla y una fermentación? ¿Es Argentina lo indefinido? En estas condiciones el cuestionario entero del argentino: ¿quiénes somos?, ¿cuál es nuestra verdad?, ¿hacia dónde debemos marchar? tiene que ir al fracaso. Porque no es en los análisis intelectuales sino en la acción –acción apoyada sólidamente en la primera persona del singular– donde se esconde la respuesta.
¿Quieres saber quien eres? No preguntes. Actúa. La acción te definirá y determinará. Por tus acciones lo sabrás. Pero tienes que actuar como "yo", como individuo, porque sólo puedes estar seguro de tus propias necesidades, aficiones, pasiones, exigencias Sólo una acción directa es un verdadero escape del caos, es auto creación. El resto –¿acaso no es retórica, cumplimiento de es quemas, bagatela, mamarrachada? (...)"

Diario de Gombrowicz:
en el barco


"¡Argentina! En sueños, con los ojos entornados, vuelvo a buscarla en mi interior –con todas mis fuerzas– ¡Argentina! Es extraño y sólo quisiera saber, ¿por qué nunca se me produjo en Argentina semejante pasión hacia Argentina? ¿Por qué me asalta ahora, cuando ya me he alejado? ¡Dios mío! Yo que ni por un momento quise a Polonia... Y ahora me empeño en querer a Argentina."

cuento descontado: Caperucita roja

"Érase que se era, una niña que tenía una hermosa caperuza roja, regalo que su abuelita le hiciera por su cumpleaños y que ella siempre llevaba puesta, por eso, sus conocidos ya ni recordaban su nombre y todos le dieron en llamar Caperucitaroja, citaroja para los amigos. La abuelita vivía al otro lado del bosque, ella solita, sin otra distracción conocida que las visitas que a bien tuvieran hacerle su nietita y su hija.
Un día la mamá de nuestra niña hizo una rica tarta de manzana y pensó que la abuelita querría un trocito, pero miró el reloj de la sala y vio que era justo la hora en la que empezaba su teleserie favorita, así que llamó a su querida hija y le dijo, ‘citaroja, mi niña bonita, verás, he hecho una rica tarta de manzana y a tu abu le encantan las tartas de manzanas, ¿por qué no le llevas un trocito, mi bien?’ ‘Jo, má, que rollo, ahora tengo que ir a casa de la vieja!’, ‘Anda nena, si vas te daré unos pesitos para que te compres una caperucita azul’ Caperucita que estaba cansada ya del rojo, evaluó el trabajo y las ganancias y decidió llevarle la tartita a su abuela, además pensó que con un poco de suerte podría encontrarse con el lobo por el camino, era un tío macanudo y le había prometido invitarla al cine.
La mamá de Caperucita le dijo aquello de que tuviera cuidado y que no hablara con desconocidos y que anduviera siempre por el camino y que... no sé cuantas cosas más, todas ellas cosas que dicen las mamás en situaciones parecidas
Así pues iba Citaroja por el camino, cuando de pronto apareció el lobo: ‘hola, cititaroja, ¿cómo te va hoy?, ¿dónde vas con esa cestita que huele tan bien?’ ‘Ay, Lobo, fíjate que tengo que llevar esto a casa de mi abuela, con lo petardo que es la pobre vieja, ahora seguro que me habla de sus historias, de qué hacía ella cuando era pequeña y todas esas cosas que son tan pesadas.’ ‘Si quieres te acompaño y así no te aburres por el camino’. Y eso hicieron, pero por el camino empezaron a recoger flores de aquí y de allá, a contarse sus cosas y el santo se les fue al cielo.
Bien tarde llegaron a casa de la abuela y tocaron la puerta. La abuelita salió a abrirles: ‘ Oh, nietita, qué sorpresa! ¿por qué no me avisaste de tu visita? Ah, y no vienes sola, pasen, pasen.’ Del fondo de la casa se oyó una voz: ‘Querida, ¿quién es? No sabía que hoy fueras a tener visita’ Y apareció abrochándose los botones de la camisa el viejo cazador."
MIMR

In memoriam: Arthur Miller

Arthur Miller nació en Nueva York, el 17 de octubre de 1915, descendiente de una familia de inmigrantes polacos judíos. Su padre fue un fabricante de abrigos que se arruinó durante la Gran Depresión. Desde muy joven trabaja en un almacén pagándose los estudios de periodismo. En 1938, mientras estudiaba en la Universidad de Michigan, recibió varios premios por su comedia " Todavía crece la hierba ".

En 1944, obtuvo su primer premio literario con Un hombre con mucha suerte, obra que sin embargo no tuvo éxito comercial. Su novela " Focus " (1945)
, un ataque contra el antisemitismo, resultó un gran éxito y " Todos eran mis hijos ", fue elegida por el Círculo de Críticos de Teatro de Nueva York como la mejor obra teatral de 1947. Su mayor triunfo fue " La muerte de un viajante " (1949), que obtuvo los premios Pulitzer de Teatro y del Círculo de Críticos de Teatro de Nueva York, y a menudo se cita entre las mejores obras del teatro contemporáneo.

Fue una víctima durante la caza de brujas lanzada por McCarthy. Fue una de las figuras emblemáticas de las que sufrieron las investigaciones, acosos y condenas del Comité de Actividades Antiamericanas. En los interrogatorios, fue de los pocos que no se acogieron al silencio, aduciendo la protección constitucional, y se enfrentaron valientemente a las acusaciones del Comité, lo que le valió diversas condenas. Producto de esta experiencia, escribió en 1953 una de las mejores obras del teatro norteamericano, "Las brujas de Salem", en donde rememora escenas de los interrogatorios inquisitoriales. El propio Miller compareció ante el Comité de Actividades Antiamericanas en 1956. Fue condenado por desacato, pero la sentencia fue apelada y Miller quedó finalmente absuelto. En este mismo año se casó con la actriz Marilyn Monroe, pero esa relación, que se consideró la máxima unión de la inteligencia y la belleza, fue inestable y concluyó en divorcio en 1961.

Otras obras destacadas son " Panorama desde el puente "(1955), " Después de la caída " (1963), " Incidente en Vichy " (1964), " El precio " (1968) y " El arzobispo " (1977). Escribió el guión cinematográfico de " Vidas rebeldes " (1960), una colección de relatos, " Ya no te necesito " (1967), y " Ensayos teatrales de Arthur Miller " (1978).

Miller también es conocido por su intenso activismo político y social: arremetió contra el masificador antihumanismo norteamericano, se acercó al marxismo, después lo criticó, se opuso activamente a la caza de brujas del general McCarthy, denunció la intervención norteamericana en Corea y Vietnam.

Las obras de Miller se interesan especialmente por la responsabilidad del individuo hacia los demás, el conocimiento de uno mismo y la realización personal. Escritas en un estilo sencillo y coloquial, tienen su origen en la conciencia social del autor y su compasión hacia los que son vulnerables y se dejan arrastrar hacia el mal camino por los falsos valores que impone la sociedad.
Se le otrogó el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2002, por considerar que ha logrado transmitir desde la escena las inquietudes, los conflictos y las aspiraciones de la sociedad actual, renovando así la permanente elección humanística del mejor teatro. Es el primer escritor norteamericano que es reconocido este prestigioso reconocimiento.
Acabo de leer sobre su muerte, creo que ha muerto uno de los más recomendables escritores norteamericanos.

La muerte de un viajante

LINDA-No debiste decirle nada, Willy... Sobre todo, cuando acababa de llegar del tren. No debes enfadarte con él.
WILLY-No hice más que preguntarle si estaba ganando algo, ¿es eso enfadarse?
LINDA-Pero, ¿no comprendes? ¿Cómo va a ganar nada?
WILLY-(Preocupado y enfadado.) No acabo de entender cómo es por dentro. Se ha vuelto muy extraño. ¿Dió alguna explicación cuando yo me fui?
LINDA-Estaba muy dolido. Ya sabes cómo te admira. Yo creo que si él se encuentra a sí mismo, los dos acabaréis por entenderos, y no reñiréis más.
WILLY-¿Cómo se va a encontrar a sí mismo en una granja? Al principio, cuando era todavía joven, yo pensé: «Bueno, para un muchacho, no es malo andar por el mundo, y trabajar en oficios diferentes»... Pero han pasado diez años, y todavía no es capaz de ganar veinte dólares a la semana...
LINDA-Se está encontrando a sí mismo, Willy.
WILLY-(Alzando la voz.) No haberse encontrado a sí mismo a los treinta y cuatro años es un fracaso.
LINDA.-¡Chist!
WILLY-Lo que pasa es que es un vago.
LINDA-¡Willy, por favor!
WILLY-¡Un maldito vago!
LINDA-Están durmiendo. ¿Por qué no tomas algo? Ve a la cocina.
WILLY-¿A qué ha vuelto? Quisiera yo saber lo que le trae a casa...
LINDA-Yo no sé. Lo noto como desorientado, Willy. Como si estuviera perdido.
WILLY-¡Perdido! ¡Biff Loman, perdido! En el país más grande y más rico del mundo, un hombre joven, con todas sus condiciones, se encuentra perdido... ¡Si todavía se pudiera sacar algo de él!
LINDA-Claro que sí. Ya lo verás.
WILLY-(Decidido.) Mañana veremos. Hablaré con él, sin enfadarme. De hombre a hombre. Puedo conseguirle una plaza de vendedor. En nada de tiempo, puede ser un hombre importante. ¿Te acuerdas de lo que prometía en la escuela? Y todas las chicas andaban detrás de él... Cuando iba por la calle... (Se pierde en sus recuerdos.)
LINDA-(Tratando de librarle de sus preocupaciones.)
Willy, por favor, baja a tomar algo.
WILLY-(Enfadado.) ¿Por qué no abres una ventana? Aquí se asfixia uno.
LINDA-(Con toda paciencia.) Están todas abiertas, Willy.
WILLY-Nos tienen rodeados, sin aire, sin horizonte... No vemos más que ladrillos y ventanas.
LINDA-Debimos haber comprado el terreno de al lado. Te lo dije. Entonces estaba barato.
WILLY-La calle está llena de coches. No se respira más que gasolina. Debía haber una ley contra esas casas tan altas. ¿Te acuerdas de los olmos que había alrededor? ¿Cuándo le hice el columpio a Biff?
LINDA-Entonces, esto parecía que estaba a cien kilómetros de la ciudad...
WILLY-Debieron arrestar al constructor que taló los árboles... (Perdido en su pensamiento.) Cada vez que pienso en aquellos días, Linda... En esta época del año, los tilos y las acacias... Luego, echaban flor los narcisos... ¿Te acuerdas cómo olía esta habitación?

Hecuba de Eurípides

Vencida Troya, los troyanos son prisioneros de los griegos, incluida Hécuba, la viuda del rey Príamo de Troya. Hécuba conoce la noticia de que Polixena, una de sus hijas, va a ser sacrificada en el túmulo de Aquiles y además, le traen a su hijo Polidoro, muerto por Poliméstor, su huésped tracio. Intenta hablar con Odiseo y con Agamenón, pero nada consigue. Finalmente se le vaticina su futuro: que morirá convertida en la perra de Agamenón y de su hija Casandra y que ambos morirán a manos de Clitemnestra.
Eurípides se duele de los vencidos en la guerra de Troya y critica la crueltad de los vencedores. Es una tragedia cruel y dura en la que destacan las interveciones de Odiseo y Agamenón y los lamentos de Hécuba. Todas las desgracias futuras aumentan el infortunio de la anciana viuda de Príamo que, a pesar de tramar venganza por la muerte del hijo a manos de Polidoro, nada consigue. Todo esto es una historia plenamente humana, no aparecen los dioses y los sentimientos expresados son los propios que cada uno espera en los personajes representados: los vencedores altivos, la madre desdichada, los vencidos destruidos.
En el tercer estásimo las mujeres cautivas recuerdan la caída de Troya en un tono que es a la vez lírico y un tanto prosaico o doméstico, y termina con maldiciones a Paris y Helena:

"Coro: ¡ Oh tú, patria troyana, nunca serás celebrada como ciudad inexpugnable! Una nube de griegos te envuelve y con la lanza te destruyeron. Arrasada está tu corona de torres, teñida estás con mancha funesta de humareda; infeliz de mí, ya no pondré en ti los pies.
A media noche se consumó mi ruina, cuando después del banquete el sueño se difunde dulce en los ojos y cuando, terminadas las danzas del festín, mi esposo estaba acostado en la alcoba, apoyada la lanza en la alcándara, sin ver todavía que la hueste navegante se había introducido en Troya.
Yo ponía en orden mis trenzas con las cintas, mirándome en los brillos infinitos del áureo espejo, para dejarme caer luego en mi lecho. Pero ya el estrépito se extendía por la ciudad; y éste era el griterío por la fortaleza de Troya: "Hijos de griegos, ¿cuándo destruiréis la atalaya de Ilión para, al fin, regresar a vuestras casas?"
Mi lecho amoroso abandoné con una sola túnica, como una joven doria, y acogida suplicante a la augusta Artemis nada alcancé, mísera de mí; arrastrada soy, después de ver matar a mi esposo, hacia el salado mar, y distingo a lo lejos mi ciudad, pues la nave tomó el camino del regreso y me alejó de la tierra de Ilión; desventurada de mí, desfallecí de dolor.
A Helena, la. hermana de los Dioscuros, y al pastor del Ida, el funesto Paris, los maldigo, ya que me privó de mi suelo patrio y desterróme de mi morada un matrimonio, un matrimonio no, sino una desgracia enviada por vengador numen: que el salado mar no la lleve a ella de regreso, ni la conduzca a su morada en su patria."

Si alguien tiene la oportunidad de ver Los bosques de Nix, que no se la pierda, es una tragedia moderna, pero con la misma intención pacifista que esta Hecuba, la dirigió Miguel Bosé en el Festival de teatro clásico de Mérida y en ella se ven a todas las mujeres relacionadas con los mitos de la guerra de Troya, echándose en cara y culpándose de todos los horrores que les tocó vivir.

Animaladas... para pensar

Dos reflexiones de Paulo Coelho:

La carpa aprende a crecer

La carpa japonesa (koi) tiene la capacidad natural de crecer de acuerdo con el tamaño de su ambiente. Así, en un pequeño tanque, ésta generalmente no pasa de los cinco o siete centímetros pero puede llegar a tres veces ese tamaño, si la dejan en un lago.

De la misma manera, la gente tiene la tendencia a crecer de acuerdo con el ambiente que la rodea. Sólo que, en este caso, no estamos hablando de características físicas, sino de desarrollo emocional, espiritual, e intelectual.

Mientras que la carpa está obligada, por su propio bien, a aceptar los límites de su mundo, nosotros somos libres de establecer las fronteras de nuestros sueños. Si somos un pez más grande que el tanque en que estamos siendo criados, en lugar de adaptarnos a éste, debemos buscar el mar aunque la adaptación inicial sea incómoda y dolorosa.
**********************
El elefante y la cuerda

He aquí el procedimiento adoptado por los entrenadores de circo para que los elefantes jamás se rebelen —y yo sospecho que lo mismo pasa con mucha gente.

Cuando es una criatura, el bebé elefante es amarrado, con una cuerda muy gruesa, a una estaca firmemente clavada en el piso. Éste trata de soltarse muchas veces, pero sus fuerzas no son suficientes para hacerlo.

Un año más tarde, la estaca y la cuerda siguen siendo suficientes para mantener al pequeño elefante preso; éste sigue tratando de soltarse, sin conseguirlo. A esta altura, el animal ya ha comprendido que la cuerda siempre será más fuerte que él,y desiste de sus iniciativas.

Cuando llega a la edad adulta, el elefante todavía se acuerda de que, por mucho tiempo, gastó sus energías inútilmente, tratando de escapar de su cautiverio. A esta altura, el entrenador puede amarrarlo con un soga pequeña, a un cubo de basura, que ya no tratará más de liberarse

Ruth Manzanares

Ruth Manzanares es una joven poeta almeriense, nació en 1981, un 24 de febrero (fecha bastante significativa en España). Escribe desde muy joven pero sus versos son de una gran madurez.
CONFIESO

Tengo que confesar y confieso
Que sueño con tus ojos
(y aún no se de que color son)
que en el camino de cada día
busco tu rostro (que no conozco)
entre personas (que nunca he visto)
y tu rostro no aparece
a menos que yo lo invente;
lo plasmo en cualquier cuerpo
y te sueño, ahora con ojos
(verdes, a veces negros...)
y sigues estando ausente,
corazón que busco en la tierra
después de la lluvia de invierno.
Sigues sin aparecer
Aunque te llama
A gritos mi alma muda.
Aunque te buscan
A tientas mis ojos ciegos.


¿QUE DICES?

¿Qué dices?
perdona no te oía
con el ruido de mi alma,
de mil recuerdos
mudos y ruidosos
que estallan en mi cabeza,
con un millón de perros
que ladran.
y con el ventilador
que sopla.

Con mi cabeza
que piensa,
con mis dedos
que chasquean,
la música
que grita,
mis pulmones
respiran.

Y tus ojos
que espían silenciosos,
y a la vez,
tan ruidosos,

No te oigo, me distraigo.
¿Qué dices?,
perdona, no te oía.

TU

Si tu sonrisa fuera un alma
Sería de mariposa,
Tus ojos, surcos de mieles,
Tus manos, mares en calma.
Si tus mejillas fueran canciones
Serían dulces baladas,
Tu cuerpo, torre de plata,
Tus labios, barcas varadas.
Si tu pecho fuera un país
Lo elegiría mi patria
Y en tu sonrisa pondría
Las entradas a mi casa.

DE LA NOCHE Y DE LA LUNA

Hoy ha llorado la luna,
han llorado las estrellas
y el mar en su piel refleja
el dolor de su amargura.
Bajo su manto una queja
se vuelve canto de luna.
Piedra de mar pequeña
es mi alma en esta noche.
Hoy ha llorado la luna
y han llorado las estrellas.
Piedra de mar pequeña
que en la orilla desespera
esperando que la mar
en la mar la vuelva estrella.

El nadaismo colombiano y Beatriz Zuluaga

Beatriz Zuluaga: Si preguntan por mí...
Poeta colombiana nacida en Manizales en 1934. Fue reina de belleza de su país (esto no es muy usual en un curriculum de un poeta, pero es un dato que da qué pensar). Periodista y publicista y perteneciente a lo que se ha autodenominado grupo nadaísta (poetas que quieren romper con toda la tradición literaria, religiosa y, en general, burguesa).
Su poesía es voluptuosa, cálida, erótica, y a veces agresiva.
Ha publicado varias libros entre los que se destacan,
«La ciega esperanza» y «Definiciones».

Este poema bien podría haberlo hecho Penélope, si hubiera sido más decidida y no se hubiera conformado con hacer y deshacer ese dichoso pulover que nunca terminó.

Si Preguntan por mí...

Si preguntan por mí...
diles que salí a cobrar la vieja deuda
que no pude esperar que a la vida
se le diera la gana de llegar
a mi puerta.
Diles que salí definitivamente
a dar la cara sin pinturas
y sin trajes el cuerpo.
Si preguntan por mí...
diles que apagué el fuego,
dejé la olla limpia y desnuda la cama,
me cansé de esperar la esperanza
y fui a buscarla.
Diles que no me llamen...
Quité el disco que entretenía en boleros
el beso y el abrazo
la copa estrellé contra el espejo
porque necesitaba convertir
el vino en sangre
ya que jamás se dio el milagro
de convertirse el agua en vino.
Si preguntan por mí...
diles que salí a cobrar la deuda
que tenían conmigo el amor,
el fuego, el pan, la sábana y el vino,
que eché llave a la puerta
y no regreso.
¡Definitivamente diles
que me mudé de casa!
Datos sobre el nadaísmo
El Nadaísmo es un movimiento que intentó abarcar más allá de lo literario, plantéandose a sí mismo como un movimiento anárquico cuya actitud vital no era sino manifestar su repulsión "frente a la sociedad burguesa". Oficialmente, fue fundado a través del "Manifiesto Nadaísta" el 20 de junio de 1958, en el Bar Olivos de la ciudad de Medellín. Mauricio Carrera asevera que su proyecto era la revolución humana y "la subversión intelectual, principalmente religiosa y literaria", mediante "la agitación de las conciencias".

Su fundador y profeta fue el legendario Gonzalo Arango, cuya vocación iconoclasta se manifiesta claramente al leer su perfil autobiográfico:

Bachiller. Filósofo laureado. Desertor de la Patria Boba y de toda esperanza. El resto de la vida se la ha pasado olvidando lo que aprendió. Agitador. Expresidiario de cuatro cárceles, actualmente en uso de libertad condicional. Vagabundo, parásito, poeta o eterno de algún modo. Burócrata ocasional y destituído. Corruptor de la juventud. Enamorado, casado, fracasado, y reincidente. Aventurero, sin oficio conocido. Vive del milagro y de las mujeres. Duerme en un monasterio. Es además escritor...No hace nada, pero existe (De la nada al Nadaísmo 13-14).

Los nadaístas propusieron la desacralización del orden establecido tanto en el plano literario como en el de la acción política y social. Uno de sus integrantes, Eduardo Escobar, caracteriza al movimiento por su "gusto [al] escándalo" (Jaramillo Agudelo 757), y Juan Carlos Galeano, señala que estos autores preferían abrazar su nueva religión:
'la literatura como un ocio', como lo afirmaba Jota Mario, y una vida errante en los bares y cafés como El Metropol, La Bastilla, La Clínica Soma; una peregrinación a la que agregaban su búsqueda del amor libre, el consumo de marihuana y LSD.

Si bien esta caracterización no es del todo exacta, hay que reconocer que los nadaístas rompieron premeditadamente todos sus lazos filiales con la tradición cultural anterior. De hecho, no quisieron recibir legado alguno, puesto que ante el silencio y el anquilosamiento de una sociedad que no cambiaba, optaron por el "parricidio intelectual, la irreverencia religiosa, la subversión [y] el escándalo" . Sus temas, además de la violencia, giran en torno a la cuestión urbana y a los nuevos signos de modernidad que Colombia comienza a experimentar en su proceso de industrialización. Los movimientos migratorios del campo a la ciudad, el descrédito político de los Frentes Nacionales y la crisis de la guerra generan un ánimo pesimista y escéptico, que rápidamente es apropiado por los nadaístas.

"Si nos faltó imaginación
fue por culpa de las enfermedades tropicales"
(Jaramillo Agudelo "La poesía nadaísta").


http://www.henciclopedia.org.uy/autores/Sepulveda/nadaismo.htm
E. Burke: De lo sublime y de lo bello
Parte primera. Sección primera: La novedad

La primera y más simple de las emociones que descubrimos en el entendimiento humano es la Curiosidad. Por curiosidad entiendo cualquier deseo o cualquier placer, que experimentamos en relación a la novedad. Vemos a los niños corriendo constantemente de un lado a otro, a la caza de algo nuevo: se agarran con gran vehemencia y con poco miramientos a cualquier cosa que se les ponga por delante; todo acapara su atención, porque, en esta etapa de la vida, todo posee el encanto de la novedad para fomentarlo. Pero, como aquellas cosas, que nos subyugan meramente por su novedad, no pueden retenernos mucho tiempo, la curiosidad es el más superficial de los afectos; cambia de objeto continuamente, tiene un apetito muy marcado, pero fácil de satisfacer, y siempre parece como una especie de vértigo, impaciencia y ansiedad. La curiosidad es un principio muy activo por naturaleza; recorre velozmente la mayoría de sus objetos, y no tarda en agotar la variedad que comúnmente se encuentra en la naturaleza. Las mismas cosas vuelven con frecuencia, y vuelven con un efecto cada vez menos agradable. En una palabra, las ocurrencias de la vida, cuando llegamos a conocerla un poco, no podrían afectar el entendimiento con otras sensaciones que no fueran las de aversión y abatimiento, de no haber muchas cosas adaptadas para mover el ánimo a través de otro spoderos, además de la novedad. Y a través de otras pasiones además de la curiosidad en nosotros mismos. Estos poderes y estas pasiones se considerarán en su momento. Pero, cualesquiera que sean estos poderes, o cualquiera que sea el principio sobre el que afecten el ánimo, es absolutamente necesario que no sejerciten en aquellas cosas, a las que el uso cotidiano y vulgar ha conferido una familiaridad viciada y sin atractivo. Es preciso que haya cierto grado de novedad, en lo que integra todo instrumento que opera sobre la mente; y la curiosidad se mezcla más o menos con todas nuestras pasiones.

Parte V: Sec. III: Las palabras generales antes de las ideas.
El Sr. Locke ha observado en alguna parte, con su habitual sagacidad, que la mayoría de las palabras generales, las que pertenecen a la virtud y al vicio, a lo bueno y a lo malo, especialmente, se enseñan antes de que los modos particulares de acción, a los que pertenecen, se presenten a la mente; y con ellas, el amor de lo uno, y el aborrecimiento de lo otro; pues las mentes de los niños son tan dúctiles, que una nodriza, o cualquier persona que cuide a un niño, pareciendo complacida o disgustada con cualquier cosa, o incluso cualquier palabra, puede cambiar de un modo similar la disposición del niño. Cuando, después, los distintos acontecimientos se aplican en el transcurso de la vida a estas palabras, y que lo que es agradable a menudo aparece bajo el nombre de maldad; y lo que es desagradable para la naturaleza se denomina bueno y virtuoso; se produce una extraña confusión de ideas en las mentes de muchos, al igual que no poca contradicción entre sus nociones y sus acciones. Hay muchos que aman la virtud y que detestan el vicio, y no por hipocresía o afectación, que, sin embargo, actuán muy frecuentemente con maldad e inicuidad en algunos casos sin el menor remordimiento; porque estas ocasiones particulares nunca se hacen visibles, cuando las pasiones del lado de la virtud se veían tan cálidadmente afectadas por ciertas palabras calentadas originalmente por el aliento de otros; y por esta razón es difícil repetir ciertos grupos de palabras, aunque por sí mismas inoperantes, sin estar afectadas en cierto grado; especialmente si un tono de voz cálido y afectado las acompaña, como suponemos.
Sabio, valiente, generoso, bueno y grande.
Estas palabras, cuando no tienen aplicación, son inoperantes; pero cuando se utilizan palabras comúnmente destinadas para las grandes ocasiones nos afectan incluso sin el momento en que tienen lugar. Cuando las palabras que generalmente se han aplicado así se ponen juntas sin ninguna perspectiva racional, o de tal manera que no se corresponden entre ellas, se dice que el estilo es ampuloso. Y esto requiere en varios casos que se mantenga muy buen sentido y experiencia frente a la fuerza de semejante lenguaje: pues, cuando se niega la propiedad es posible que se utilice un mayor número de estas palabras afectadas y que se permita una mayor variedad en su combinación.

Creo que la lectura de estas disquisiciones de Burke es interesante para todos aquellos que aman el arte en general, comprendiendo en esta generalidad también a la poesía. Por otra parte sus supuestos están expuestos de forma tan clara, que, incluso pudiendo polemizar con algunos de ellos, no te queda otra que admirar su sencillez y sus ideas.
El antecedente sobre Kant es clarísimo, y creo que también podríamos buscarle cierta relación con Aristóteles en el concepto de lo sublime. ¿no te parece?
Transcribo a continuación qué es lo sublime para Burke, y así queda todo más completito, por si a alguien le interesa.
Parte II. Secc. I: De la pasión causada por lo sublime
"La pasión causada por lo grande y lo sublime en la naturaleza, cuando aquellas causas operan más poderosamente, es el asombro; y el asombro es aquel estado del alma, en el que todos sus movimientos se suspenden con cierto grado de horror. En este caso, la mente está tan llena de su objeto, que no puede reparar en ninguno más, ni en consecuencias razonar sobre el objeto que la absorbe. De ahí nace el gran poder de lo sublime, que, lejos de ser producido por nuestros razonamientos, los anticipa y nos arrebata mediante una fuerza irresistible. El asombro, como he dicho, es el efecto de lo sublime en su grado más alto; los efectos inferiores son admiración, reverencia y respeto."
Entre todo aquello que es fuente de lo sublime (temor, poder, la vastedad, la infinidad, etc.) destaco la magnificiencia:
sc. XIII: La magnificiencia: "La Magnificiencia es igualmente una fuente de lo sublime. Una gran profusión de cosas, que son espléndidas o válidas en sí mismas, es magnífica. El cielo estrellado, aunque lo veamos con frecuencia, nunca deja de excitar una idea de grandeza. Esto no puede deberse a las mismas estrellas, consideradas aisladamente. El número es ciertamente la causa. El aparente desorden aumenta la grandeza, puesto que la apariencia de cuidado es altamente contraria a nuestra idea de magnificiencia. Además, las estrellas aparecen en tal confusión, que hace imposible reconocerlas en ocasiones ordinarias. Esto les confiere una especie de infinitud. En obras de arte, esta clase de grandeza, que consiste en multitud, se admite muy cortésmente; ya que una profusión de cosas excelente es inalcanzable, sólo alcanzable con mucha dificultad; y porque en muchos casos esta espléndida confusión destruiría todo uso, que debería acompañarse en la mayoría de obras artísticas con el mayor cuidado. Además, ha de considerarse, que, a menos que se pueda producir una apariencia de infinitud mediante nuestro desorden, habrá desorden solo, sin magnificiencia. Sin embargo, hay una especie de fuegos de artificio, y algunas otras cosas, que en este sentido salen bien y son verdaderamente grandes. También hay muchas descripciones en poetas y oradores, que deben sus sublimidad a una riqueza y profusión de imágenes, en las que la mente queda tan deslumbrada, que resulta imposible alcanzar aquella coherencia exacta y aquella coincidencia de alusiones, que deberíamos exigir en cualquier otra ocasión. Ahora no recuerdo ejemplo más impresionante acerca de ello que la descripción que se hace del ejército del rey, en la obra de teatro de Enrique IV :
'Todos equipados, todos sobre las armas, todos emplumados como avestruces, y sus plumas, ondeandas por el viento, les dan aire de águilas que vinieran a bañarse, todos tan llenos de savia como el mes de mayo y tan espléndidos como el sol del solsticio de verano; todos retozones como chotos, impetuosos como novillos. He visto al joven Enrique, con la visera calada, elevarse del suelo como un Mercurio emplumado y sostenerse sobre su montura con una gallardía tal, que se hubiese dicho que un ángel había caído de las nubes para dirigir y manejar algún ardiente Pegaso'.
..."
sec. XXII: "... lo sublime es una idea que pertenece a la autoconservación; y que es, por consiguiente, una de las más afectivas que tenemos; que su emoción más fuerte es una emoción de dolor; y que ningún placer derivado de una causa positiva le pertenece..."

E. Sabato: Sobre Héroes y Tumbas

Dijo en una ocasión Sábato que, en realidad, no había novelista que no fuera poeta. La frase puede provocar polémica, porque en realidad no siempre es así, pero a veces sí que vemos en las novelas mucho del sentimiento de la poesía, pero no sólo sentimiento poético podemos encontrar, incluso en la forma nos encontramos eso que se ha dado en llamar prosa poética o lírica, y de la que son maestros muchos de nuestros 'prosistas':

"La vio alejarse con tristeza.
Era un día de comienzos de abri, pero el otoño empezaba ya a anunciarse con signos premonitorios, como esos nostálgicos ecos de trompa -pensaba- que se oyen en el tema todavía fuerte de una sinfonía, pero que (con cierta indecisa, suave pero creciente insistencia) ya nos están advirtiendo que aquel tema está llegando a su fin y aquellos ecos de remotas trompas se harán cada vez más cercanos, hasta convertirse en el tema dominante. Alguna hoja seca, el cielo ya como preparándose para los largos días nublados de mayo y de junio, anunciaban que la estación más hermosa de Buenos Aires se acercaba en silencio. Como si después de la pesada estridencia dle verano, el cielo y los árboles empezaran a asumir ese aire de recogimiento de las cosas que se preparan para un extenso letargo."

C. de Castillejos:

Contra los encarecimientos
....de las coplas españolas que hablan de amores, s.XVI: (un personaje bastante peculiar dentro de la literatura española).
Estando comigo a solas,
Me viene un antojo loco
De burlar con causa un poco
De las trovas españolas
Al presente;
De aquellas principalmente
Muy altas, encarescidas,
Excellentes y polidas,
Que mucho estima la gente;
Y de aquellos estremados
Que por estilo perfeto
Sacan del pecho secreto
Hondos amores penados.
Son del cuento
Garci-Sánchez y otros ciento
Muy gentiles caballeros,
Que por caos cancioneros
Echan sospiros al viento.
No se me achaque o levante
Que me meto a decir mal
De aquel subido metal
De su decir elegante;
Antes siento
Pena de ver sin cimiento
Un tan gentil edificio,
Y unas obras tan sin vicio
Sobre ningún fundamento.
Los requiebros y primores
¿Quién los niega, de Boscán,
Y aquel estilo galán
Con que cuenta sus amores?
Mas trovada
Una copla muy penada,
El mesmo confesará
Que no sabe dónde va
Ni se funda sobre nada.
Aunque no por un tenor,
Todos van por un camino;
También sabe Guardamino
Quexar su mal y dolor
Sin paciencia;
No hay dél otra diferencia.
Al que se cuelga de un hilo,
Que no ser tal el estilo
Sobre la mesma sentencia.
Y de aquí debe venir
Que contando sus pasiones,
Las más más comparaciones
Van a parar en morir;
Van de suerte
Que nunca salen de muerte
O de perderse la vida;
Quitaldes esta guarida,
No habrá copla que se acierte.
Por donde los trovadores
Son de burlas y reír
Que no se dan a escrebir
Sino penas y dolores.
¡Cosa vana,
Que la lengua castellana,
Tan cumplida y singular,
Se haya toda de emplear
En materia tan liviana!
Coplas dulces, placenteras,
No pecan en liviandad,
Pero pierde autoridad
Quien las escribe de veras,
Y entremete
El seso por alcahuete
En los misterios de amor;
Cuanto más si el trovador
Pasa ya del caballete.
Y algunos hay, yo lo sé,
Que hacen obras fundadas
De coplas enamoradas,
Sin tener causa por qué.
Y esto está
En costumbre tanto ya,
Que muchos escriben penas
Por remedar las ajenas,
Sin saber quién se las da.
Pero digo que arda en ellas
De los pies a la cabeça,
Decidme, ¿a quién endereça
Sus coplas y sus querellas?
Si las vende
A la dama que le prende,
¿Qué mayor desaventura
Que hablar por escritura
Con quien sé que no la entiende?
Cuanto más que ni leer
Las más saben ni escrebir.
Y en el dar o rescibir
Aún hay algo que hacer.
Mal mascada
Vais, copla desventurada,
Y la que más os estima
Devana su seda encima,
Y quedáis vos allí aislada.
Ved qué donoso presente,
Que la que más fe aventura
Por gozar d'esta locura,
Ni la gusta ni la siente;
Y el provecho,
Es que por vuestro derecho,
Alguna dama loquilla,
Dirá por gran maravilla:
«¡Ay, qué coplas que me han hecho!»
Pues si donde era razón
Tan pequeño fruto hacen,
Con los demás, aunque aplacen,
Deshonesta cosa son,
Y muy vano
Exercicio, y aun profano,
Publicar yo mis flaquezas,
Liviandades y baxezas,
Y escrebirlas de mi mano.
Sobra de bien y pan tierno
Hace que los amadores
Comparen el mal de amores
A las penas del Infierno.
Tú, Cupido,
Estás muy favorescido
Pensando que aquello es,
Mas donde hay dolor francés
El tuyo queda en olvido.

FINAL
Coplas y locuras mías,
Vuestro tiempo se ha llegado
Para aliviar el enfado
Destos trabajosos días.
Todas pasaréis por buenas,
Siendo aquel que os da favor,
Por natura mi señor,
Y por suerte mi Mecenas.

Castillejos no soporta la moda italianizante del momento, así que todo lo que se supone influencia italiana es dolor en sus oídos, sin embargo, hoy creemos que en el siglo de Oro español todos suspiraban por lo italiano:

Garcilaso y Boscán siendo llegados
al lugar donde están los trovadores
que en esta nuestra lengua y sus primores
fueron en este siglo señalados,

los unos a los otros alterados
se miran, demudadas las colores,
temiéndose que fuesen corredores
o espías o enemigos desmandados;

y juzgando primero por el traje,
pareciéronles ser, como debía,
gentiles españoles caballeros;

y oyéndoles hablar nuevo lenguaje,
mezclado de extranjera poesía,
con ojos los miraban de extranjeros.

Sin embargo, sí que le gustaban los latinos, porque esto de los besos es Catulo puro:

DAME, AMOR, BESOS SIN CUENTO

Dame, Amor, besos sin cuento,
asida de mis cabellos,
y mil y ciento tras ellos
y tras ellos mil y ciento,
y después
de muchos millares, tres;
y porque nadie lo sienta,
desbaratemos la cuenta
y contemos al revés.

Oración de Gloria Fuertes (y de todos)

Me gusta este poema de G. Fuertes porque este es el dios que yo quiero, no ese que se preocupa porque los belicistas ganen guerras, no ese que le retuerce el pescuezo al pobre, o al que tiene la piel de otro color, o al que tiene otra ideología diferente. Este Dios es de todos, el otro, el que va bajo la consigna tan frecuente en este foro de ¡abajo todo lo que sea diferente! no tiene mucho sentido, porque Dios mismo es diferente. Por favor no se ubiquen tras Dios como si este fuera un escudo y ustedes los adalides de una cruzada que lanza en ristre van a matar a todos los que piensan de otra forma.

ORACIÓN

Que estás en la tierra, Padre nuestro,
Que te siento en la púa del pino,
En el torso azul del obrero,
En la niña que borda curvada
La espalda, mezclando el hilo en el dedo.
Padre nuestro que estás en la tierra,
En el surco,
En el huerto,

En la mina,
En el puerto,
En el cine,
En el vino,
En la casa del médico.
Padre nuestro que estás en la tierra,
Donde tienes tu gloria y tu infierno
Y tu limbo; que estás en los cafés
Donde los pudientes beben su refresco.
Padre nuestro que estás en la tierra,
En un banco del Prado leyendo.
Eres ese viejo que da migas de pan a los pájaros del paseo.

Padre nuestro que estás en la tierra,
En la cigarra, en el beso,
En la espiga, en el pecho
De todos los que son buenos.

Padre que habitas en cualquier sitio,
Dios que penetras en cualquier hueco,
Tú que quitas la angustia, que estás en la tierra,
Padre nuestro que sí que te vemos
Los que luego hemos de ver,
Donde sea, o ahí en el cielo.

Simone de Beauvoir: Diario de Guerra

Martes 3 de octubre (1939)
He dormido mal, pensaba en Sartre, en Bost y sentía demasiada necesidad de verles. Vivimos un momento muy extraño. Hitler prpone la paz, es una paz que nadie puede desear pero, ¿irán a la guerra?; ¿Qué es lo que en realidad justifica esta palabra: guerra? Hace un mes, cuando estaba impresa en letras grandes en todos los titulares de los periódicos, era un horror informe, una tensión de todo el ser, sin saber hacia qué; era confuso y sin embargo pleno. Ahora, no es más que un parpadeo vago de molestias, pequeños temores; no es nada, no está en ninguna parte. Me siento desangelada y vaga, ni siquiera sé qué estoy esperando. Diríase que todo el mundo espera, como si el tiempo puro tuviera alguna eficacia. Además, es lo que más sorprende en la historia de la guerra del 14: es una espera de cuatro años, acotados por masacres complentamente inútiles; podría parecer que las masacres no se han hecho para otra cosa que para investir un poco el transcurso puro del tiempo que, bruscamente, al fin, se condensa en una victoria. Es completamente absurdo y más contingente de lo que nunca se hubiera podido creer. Por la tarde vamos a Angers. Por la noche leo un buen Curwood, Junto al río, y un execrable Stevensos, Aventuras de John N."
Viernes 20 de septiembre del 40
Ésta es una carta que empiezo para usted (le habla a Sartre) y que quizás reciba dentro de un año. Le escribo porque he dejado de esperarle, ahora sé que no aparecerá por detrás de la estatua de Balzac. ¡Le he esperado tanto!, llegaba de azul, con su boina de soldado, una bolsa en bandolera y, algunas veces, no sé por qué, se aparecía usted en bicicleta. Miraba con tanta insistencia que realmetne llegué a creer dos o tres veces que se materializaría, de carne y hueso, y que cruzaría la plaza. Un día le encontré un par de veces; en la place du Panthéon tuve una impresión tan fuerte que creí que iba a vomitar.
Ahora sé que será preciso vivir sin usted y aún no sé cómo podré. Las cosas no son en absoluto como el año pasado en que emprendimos la marcha juntos y yo tenía noticias suyas cada día. Está usted metido en una espiral; su amor por mí existe, sé que está vivo, lo noto, pero no hay nada que yo pueda tocar. Tampoco lo deseo, temo volver a ver su escritura, seguramente será una carta de Alemania que dirá 'estoy bien, pese a todo', con un remite siniestro.
Ahora sí soy desgraciada. El año pasado me preguntaba si alguna vez llegaría a serlo: el mundo se había vuelto trágico a mi alrededor y yo viía en consonancia con él, no había infelicidad. Recuerdo muy bien que en septiembre me sentía apenas un fragmento de un gran acontecimiento colectivo, sentía curiosidad e interés por el acontecimiento y por mí misma ante todo. Pero desde hace ocho días, todo es distinto. No tengo relación con el mundo y además mi entorno es deforme. La infelicidad está en mí, como una enfermedad íntima y particular. Una auténtica enfermedad; no es que hayan hipotecado un objeto, mi vida, ni la suya. No es más que una secuencia de insomnios, de pesadillas, de llanto y de dolor de cabeza. Algunas veces, en recompensa, se me aparece usted en el horizonte con una sonrisa más precisa que las que le he visto en mucho tiempo. En esos momentos lloro desconsoladamente; aunque aún con más frecuencia paso sin pensarlo, por la mañana, de las pesadillas a las lágrimas y por la noche del cansancio a los sollozos. Y tengo la cabeza tan vacía, pequeño mío. TEngo una ligera imagen de Alemania con una gran frontera de alambradas con la palabra 'Silésie' escrita en alguna parte y oigo frases como 'se mueren de hambre'; nada más. ESta mañana llueve, son las diez y estoy en el Dôme, tengo un café y bollos ante mí, como el año pasado. Lo reencuentro todo, hasta el olor de estas mañanas austeras pero seguras en las que me ponía a trabajar, muy unida a usted. Quisiera ser capaz de ponerme a trabajar pero haría falta que tuviera al menos una señal suya, una referencia en torno a la cual fijar mi vida.
Zuorro regresó ayer por la mañana y llegará dentro de un momento. Bost está con Kos. y le veré este mediodía. Tenemos la suerte de encontrarnos intactos, me escribe usted. Y es usted el que no está aquí, usted, que lo es todo para mí.
Drieu La Rochelle le ha dicho a Brice Parain que han matado a Nizan -se me retorcieron las entrañas-, me resulta tan absurdo y además consagra con intensidad cruelísima esta sensación de fin de un mundo, de una época.
No sé cuales son las últimas cartas mías que ha recibido. Intentaré resumir estas semanas paoder recordarlas un día y contárselas."

Hesíodo: Teogonía - Musas Heliconíadas

Como todos los poetas épicos, Hesiodo invoca en primer lugar a la musa que le va a inspirar todo su texto. Esta invocación y esta inspiración es mucho más importante que un simple recurso literario, porque lo que nos dice aquí Hesiodo (y en su momento lo hará Homero, y muchos siglos después lo repetirá Virgilio) es que el poeta es una especie de medium, mediante el cual hablan los espíritus divinos. En realidad la poesía no es ningún dios, es producto divino, pero no es Dios por sí misma. Y el poeta, mientras que hace uso de ese de don de medium se viste de la divinidad de los espíritus que lo fecundan o inspiran, por eso dice Heródoto 'me infundieron voz divina', quizás un poco pretencioso de su parte, si es así se le puede perdonar, quizás el poeta tuvo en realidad esta visión. Sea como fuere, el resultado fue magnífico.Mas ¿a qué detenernos en estos pormenores?:

Comencemos nuestro canto por las Musas Heliconíadas, que habitan la montaña grande y divina del Helicón. Con sus pies delicados danzan en torno a una fuente de violáceos reflejos y al altar del muy poderoso Cronión. Después de lavar su piel suave en las aguas del Permeso, en la Fuente del Caballo o en el divino Olmeo, forman bellos y deliciosos coros en la cumbre del Helicón y se cimbrean vivamente sobre sus pies. Partiendo de allí, envueltas en densa niebla marchan al abrigo de la noche, lanzando al viento su maravillosa voz, con himnos a Zeus portador de la égida, a la augusta Hera argiva calzada con doradas sandalias, a la hija de Zeus portador de la égida, Atenea de ojos glaucos, a Febo Apolo y a la asaeteadora Ártemis, a Posidón que abarca y sacude la tierra, a la venerable Temis, a Afrodita de ojos vivos, a Hebe de áurea corona, a la bella Dione a Eos al alto Helios y a la brillante Selene, a Leto, a Jápeto, a Cronos de retorcida mente, a Gea, al espacioso Océano, a la negra Noche y a la restante estirpe sagrada de sempiternos Inmortales. Ellas precisamente enseñaron una vez a Hesíodo un bello canto mientras apacentaba sus ovejas al pie del divino Helicón. Este mensaje a mí en primer lugar me dirigieron las diosas, las Musas Olímpicas, hijas de Zeus portador de la égida: "¡Pastores del campo, triste oprobio, vientres tan solo! Sabemos decir muchas mentiras con apariencia de verdades; y sabemos, cuando queremos, proclamar la verdad." Así dijeron las hijas bienhabladas del poderoso Zeus. Y me dieron un cetro después de cortar una admirable rama de florido laurel. Me infundieron voz divina para celebrar el futuro y el pasado y me encargaron alabar con himnos la estirpe de los felices Sempiternos y cantarles siempre a ellas mismas al principio y al final. Mas, ¿a que me detengo con esto en torno a la encina o la roca?"

JRJ: fiesta natural

(o un martes que olía a domingo)
Del Diario de un poeta reciencasado (Juan Ramón viajaba a EEUU, donde Zenobia lo esperaba para casarse):

"Después de estos días de lluvia -agua total, amarga y dulce, como el amor , en solución de continuidad-, este día de brisa libre, sol seco sobre la ola y mar de bajo azul., parece un domingo de tierra, un domingo de isla, mejor dicho, sin gente y sin identificación.
Es el día como el alma ignorada y sin nombre -borrado ni entrevisto- de un domingo de antes del domingo; como si hoy hubiésemos descubierto -por estos parajes desconocidos en su mudanza inquieta-, inventado, nombrado el domingo.
Sin embargo, el calendario de la sala, cromo aburrido entre la biblioteca -Pereda, Balaguer, Valera, en pasta con anclas- y el piano Delibes, Arbós, Puccini, con firma de mulata-, dice, tras el humo lento y solitario que un fumar que se fue con su hastío a otro sitio, dejó en el rayo de sol que enciende la alfombra verde: MARTES.
¡Retórica académica y trasatlántica! La semana hecha me parece hoy una quintilla. Baile aprendido, escalera de farolero para el cielo del crepúsculo segundo. ¡Al agua el calendario, el periódico radiotelegráfico y el cura! ¡Yo y lo natural! ¡Domingo, capitán domingo!
-¡Bueno!..."

Hesiodo: Teogonía

Hijos de Noche y Eris
"Parió la Noche al maldito Moros, a la negra Ker y a Tánato; parió también a Hipnos y engendró la tribu de los Sueños. Luego ademas la diosa, la oscura Noche, dio a luz sin acostarse con nadie a la Burla, al doloroso Lamento y a las Hespérides que, al otro lado del ilustre Océano, cuidan las bellas manzanas de oro y los árboles que producen el fruto. Parió igualmente a las Moiras y las Keres, vengadoras implacables: a Cloto, a Láquesis y a Átropo que conceden a los mortales, cuando nacen, la posesión del bien y del mal y persiguen los delitos de hombres y dioses. Nunca cejan las diosas en su terrible cólera antes de aplicar un amargo castigo a quien comete delitos. También alumbró a Némesis, azote para los hombres mortales, la funesta Noche. Después de ella tuvo al Engaño, la Ternura y la funesta Vejez, y engendró a la astuta Eris. Por su parte la maldita Eris parió a la dolorosa Fatiga, al Olvido, al Hambre y los Dolores que causan llanto, a los Combates, Guerras, Matanzas, Masacres, Odios, Mentiras, Discursos, Ambigüedades, al Desorden y la Destrucción, compañeros inseparables, y al Juramento, el que más dolores propicia a los hombres de la tierra siempre que alguno perjura voluntariamente"

Algunas puntualizaciones: Moros, Ker y Tánato: los tres son la muerte, pero el primero, Moros, es como la meta de los mortales, el fin inevitable; la Ker,e s una muerte repentina; y Tánato en la muerte en sí, el hecho de morir (en Griego, está representada por un hombre joven).
Las Moiras son Cloto (la que teje), Láquesis (la que reparte los destinos) y Átropo (la que corta el hilo de la vida), la Moira representa al destino, lo que está destinado para cada cual.
Curiosas las personificaciones de la prole de Eris. Muy interesantes, parece que en la actualidad, están bastante atareadas.

Las sirenas, Odiseo y Alfonsina

Odiseo es prevenido por Circe de evitar oir el canto de las sirenas. Según la diosa, cantan descansando en una llanura, rodeadas de los restos de aquellos que han sido sometidos por ellas. Homero no nos describe a estos seres, y en las películas que sobre el tema se han hecho, nos han pintado a unas sirenas parecidas a la Ariel de Disney. Cuando en realidad eso no es correcto. Las sirenas, para los griegos, eran unos seres híbridos con cabeza y busto de mujer y cuerpo, alas y patas de pájaro (en esto coinciden con las Harpias), son hijas del dios Aqueloo (de numerosa prole acuática), por esos las sirenas son aves maritimas (algo así como nuestra gaviota). Sus nombres son: según unas fuentes, Pisínoe, Agláope y Telxiepía, según otros, Parténope, Leucosia y Ligía. Estos son los seres con los que se las tiene que ver Odiseo.
¿Y de dónde salió aquello de las colitas de pez? El primer testimonio lo tenemos en el siglo VI, en un libro que se llama Liber monstrorum de diversis generibus, es decir, el libro de los diversos géneros de monstruos. Aquí aparecen las dos posibilidades, la de la mujer pájaro y la de la mujer pez, pero a los lectores de la Edad Media les gustó más lo de la mujer pez y con ella se quedaron, e incluso las suavizaron en su caracter, llegando al final hasta ésta de Alfonsina:

YO EN EL FONDO DEL MAR

En el fondo del mar
hay una casa de cristal.
A una avenida
de madréporas
da.
Un gran pez de oro,
a las cinco,
me viene a saludar.
Me trae
un rojo ramo
de flores de coral.
Duermo en una cama
un poco más azul
que el mar.
Un pulpo
me hace guiños
a través del cristal.
En el bosque verde
que me circunda
—din don... din dan—
se balancean y cantan
las sirenas
de nácar verdemar.
Y sobre mi cabeza
arden, en el crepúsculo,
las erizadas puntas del mar.

opiniones varias sobre J. del Casal

Verba volant, scripta manent:
Algunos comentarios sobre Julián del Casal, en los que se le valora como escritor y como persona, de los abajo firmantes no creo que sea necesario decir mucho:

Aquel hombre tan bello, que al pie de los versos tristes y joyantes parecía invención romántica más que realidad no es ya el hombre de un vivo. Aquel hombre fino espíritu, aquel cariño medroso y tierno, aquella ideal peregrinación, aquel melancólico amor a la hermosura ausente de su tierra nativa, porque las letras sólo pueden ser enlutadas o hetairas en país sin libertad, ya no son hoy más que un puñado de versos, impresos en papel infeliz, como dicen que fue la vida del poeta.
..........................................................................................
(..) Quedan sus versos. La América lo quiere, por fino y por sincero. Las mujeres lo lloran.

José Martí

*****
Los que lo amaron, que me amen; los que lo envidiaron, que me odien; porque puedo alardear de que Julián del Casal yace en dos tumbas: en la de mármol que encierra sus despojos, y en mi corazón, que guarda la esencia sutil de su alma pura, sus más recónditos secretos, como en urna sagrada.

Enrique Hernández Miyares.
*****

Tú sabes quién fue nuestro amigo; tú sabes que en el nuevo mundo después del alma de Edgar Allan Poe, la suya es la que ha volado más maravillosamente a la montaña del arte.
................................................................................
................................................... En cuanto al poeta, al artista, hay que recoger, que compilar su producción, hacer la edición definitiva de su obra, dar a conocer el excelso mártir de su propio genio. Si no lo hace hoy Cuba, la generación del mañana lo hará. O se hará en otro país de América. Porque, en verdad te digo, un viento nuevo se siente venir sobre el alma de estas naciones, y los hijos de nuestros hijos se regocijarán en la luz ( ... )

Rubén Darío ( carta a Enrique H. Miyares )
*********
Gutierrez Nájera es también como una estatua de mármol rosado; José Asunción Silva lo es como de mármol negro: Julián del Casal es todo albura. Nájera es amor; Silva el dolor: Casal es la pureza ( ... )

José Santos Chocano (carta a Enrique H. Miyares )

J. del Casal: Nostalgias
NOSTALGIAS
I
Suspiro por las regiones
donde vuelan los alciones
sobre el mar,
y el soplo helado del viento
parece en su movimiento
sollozar;

donde la nieve que baja
del firmamento, amortaja
el verdor
de los campos olorosos
y de los ríos caudalosos
el rumor;

donde ostenta siempre el cielo,
color gris;
es más hermosa la luna
y cada estrella más que una
flor de lis

II
Otras veces sólo ansío
bogar en firme navío
a existir
en algún país remoto,
sin pensar en el ignoto
porvenir.

Ver otro cielo, otro monto,
otra playa, otro horizonte,
otro mar,
otros pueblos, otras gentes
de maneras diferentes
de pensar.

¡Ah!, si yo un día pudiera,
con qué júbilo partiera
para Argel,
donde tiene la hermosura
el color y la frescura
de un clavel.

Después fuera en caravana
por la llanura africana
bajo el sol
que, con sus vivos destellos,
pone un tinte a los camellos
tornasol.

Y cuando el día expirara
mi árabe tienda plantara
en mitad
de la llanura ardorosa
inundada de radiosa
claridad.

Cambiando de rumbo luego,
dejara el país del fuego
para ir
hasta el imperio florido
en que el opio da el olvido
del vivir.

Vegetara allí contento
de alto bambú corpulento
junto al pie,
o aspirando en rica estancia
la embriagadora fragancia
que da el té.

De la luna al claro brillo
iría al Río Amarillo
a esperar
la hora en que, el botón roto,
comienza la flor del loto
a brillar.

O mi vista deslumbrara
tanta maravilla rara
que el buril
de artista, ignorado y pobre
graba en sándalo o en cobre
o en marfil.

Cuando tornara el hastío
en el espíritu mío
a reinar,
cruzando el inmenso piélago
fuera a taitiano archipiélago
a encallar.

A aquél en mi vieja historia
asegura a mi memoria
que se ve,
el lago en que un hada peina
los cabellos de la reina
Pomaré.

Así errabundo viviera
sintiendo toda quimera
rauda huir,
y hasta olvidando la hora
incierta y aterradora
de morir.

III
Mas no parto. Si partiera,
al instante yo quisiera
regresar.

¡Ah! ¿Cuándo querrá el destino
que yo pueda en mi camino
reposar?