Me gusta este poema de G. Fuertes porque este es el dios que yo quiero, no ese que se preocupa porque los belicistas ganen guerras, no ese que le retuerce el pescuezo al pobre, o al que tiene la piel de otro color, o al que tiene otra ideología diferente. Este Dios es de todos, el otro, el que va bajo la consigna tan frecuente en este foro de ¡abajo todo lo que sea diferente! no tiene mucho sentido, porque Dios mismo es diferente. Por favor no se ubiquen tras Dios como si este fuera un escudo y ustedes los adalides de una cruzada que lanza en ristre van a matar a todos los que piensan de otra forma.
ORACIÓN
Que estás en la tierra, Padre nuestro,
Que te siento en la púa del pino,
En el torso azul del obrero,
En la niña que borda curvada
La espalda, mezclando el hilo en el dedo.
Padre nuestro que estás en la tierra,
En el surco,
En el huerto,
En la mina,
En el puerto,
En el cine,
En el vino,
En la casa del médico.
Padre nuestro que estás en la tierra,
Donde tienes tu gloria y tu infierno
Y tu limbo; que estás en los cafés
Donde los pudientes beben su refresco.
Padre nuestro que estás en la tierra,
En un banco del Prado leyendo.
Eres ese viejo que da migas de pan a los pájaros del paseo.
Padre nuestro que estás en la tierra,
En la cigarra, en el beso,
En la espiga, en el pecho
De todos los que son buenos.
Padre que habitas en cualquier sitio,
Dios que penetras en cualquier hueco,
Tú que quitas la angustia, que estás en la tierra,
Padre nuestro que sí que te vemos
Los que luego hemos de ver,
Donde sea, o ahí en el cielo.
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