14 de febrero de 2005

Gombrowicz, Diario

Gombrowicz, escritor polaco, llegó a la Argentina en 1939, un mes antes de que se iniciara la guerra. Y aquí vivió durante más de veinte años.
"Partí hacia la Argentina por accidente, sólo por dos semanas. Si por esas cosas del destino la guerra no hubiera estallado hubiese retornado a Polonia... Pero nunca oculté que cuando trabaron la puerta y quedé atrapado en la Argentina, fue como si finalmente hubiese oído mi propia voz (...)
Apenas si puedo hablar de mis primeras experiencias en la Argentina, pero no puedo dejarlas afuera. Viví, como dije, en los hoteles más baratos, hasta en conventillos. ¡Yo, el Sr. Gombrowicz, me sumergí en la degradación con pasión! Luego, repentinamente, rejuvenecí, moral y físicamente. En las calles la gente me llamaba joven, como si no tuviera treinta y cinco años. Nunca fui tan poeta como entonces, en aquellas calurosas calles abarrotadas de gente, completamente perdido (perdido en el gentío, y perdido también en cuanto a mi destino). Enjambres de gente, multitudes, luces, barullo ensordecedor, olores y mi pobreza era mi alegría; mi caída fue mi nuevo contrato de vida. Me dejé arrastrar sin hesitar, desprejuiciado, en esta Babel de lenguajes. Formé parte de ella. Y mis conocidos circunstanciales, con quienes trabé amistad con sorprendente facilidad (descubrí esta neutralidad en mí, el mí artificial, y se apareció como el más preciado tesoro, una piedad, un respiro, una liberación), me ayudaron como pudieron. Un día, caminando por la calle Corrientes, fijé mi mirada, prolongada, en una vidriera (¡Qué honor para el Sr. Gombrowicz!). Le dije al muchacho que estaba conmigo que tenía hambre. (¡Qué honor!) 'No te preocupes', dijo. 'Tengo un muerto. Habrá suficiente para los dos.' Tomamos un tranvía y fuimos a los suburbios, a una casa en un barrio proletario donde, efectivamente, un hombre muerto yacía en su ataúd. No sé de qué nacionalidad sería, pero estaba cubierto de flores. Y su familia, amigos y conocidos aceptaban su partida en un silencio macabro. Después de decir nuestras oraciones pasamos al cuarto contiguo donde había un buffet para los participantes –¡sandwiches y vino!. Mientras comíamos mi amigo me dijo que por lo general buscaba muertos en aquel barrio, y que la mejor manera de obtener las direcciones era preguntando al sacristán.
Este 'cadavérico' repaso, este joven y elegante consumo de un muerto, parece simbolizar ahora aquel periodo. Un festín cadavérico devorado con juvenil voracidad al que, a mi edad, no tenía más derecho. Después de todo, mi naturaleza no era otra que la diversión y los juegos –pero los más sublimes, gloriosos juegos que pudiera jugar conmigo mismo. Gracias a este paradójico gusto por la descomposición que descubrí en mí, sobreviví triunfalmente la guerra y la pobreza. Y hoy no siento remordimiento por haber usado mi derrota, mi desgracia o la de mi familia –o, de hecho, la de la mitad del mundo– como puente hacia un amargo, condenado regocijo. No, tenía derecho a hacerlo. Pero mantuve cierta prudencia burguesa y nunca me dejé entreverar en actividades más peligrosas. La cana me llevó en varias ocasiones, pero nunca por mucho tiempo, y casi siempre por culpa de mis amigos y no por crímenes que yo haya cometido."

del capítulo IV de W.Gombrowicz - "A kind of testament" (1973). Calder & Boyars. London
(traducción: Ernesto Resnik)

En 1958:
" (...) Mientras tanto ¿cómo es esa Argentina?, ¿cuál es ese "nosotros"? Nadie lo sabe. Si un inglés o un francés dicen "nosotros", bueno, a veces eso puede significar algo, porque allá desde hace siglos se sabe más o menos qué es Francia o Inglaterra. ¿Pero en la Argentina? Mezcla de razas y herencias, de breve historia, de carácter no formado, de instituciones, ideales, principios, reacciones no determinadas, maravilloso país, es verdad, rico en porvenir, pero todavía no hecho. ¿Es ante todo Argentina lo autóctono, quienes se asentaron allí hace tiempo? ¿O es sobre todo la inmigración transformadora y constructora? ¿O quizás Argentina es precisamente una combinación, un cocktail, una mezcla y una fermentación? ¿Es Argentina lo indefinido? En estas condiciones el cuestionario entero del argentino: ¿quiénes somos?, ¿cuál es nuestra verdad?, ¿hacia dónde debemos marchar? tiene que ir al fracaso. Porque no es en los análisis intelectuales sino en la acción –acción apoyada sólidamente en la primera persona del singular– donde se esconde la respuesta.
¿Quieres saber quien eres? No preguntes. Actúa. La acción te definirá y determinará. Por tus acciones lo sabrás. Pero tienes que actuar como "yo", como individuo, porque sólo puedes estar seguro de tus propias necesidades, aficiones, pasiones, exigencias Sólo una acción directa es un verdadero escape del caos, es auto creación. El resto –¿acaso no es retórica, cumplimiento de es quemas, bagatela, mamarrachada? (...)"

Diario de Gombrowicz:
en el barco


"¡Argentina! En sueños, con los ojos entornados, vuelvo a buscarla en mi interior –con todas mis fuerzas– ¡Argentina! Es extraño y sólo quisiera saber, ¿por qué nunca se me produjo en Argentina semejante pasión hacia Argentina? ¿Por qué me asalta ahora, cuando ya me he alejado? ¡Dios mío! Yo que ni por un momento quise a Polonia... Y ahora me empeño en querer a Argentina."

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