(o un martes que olía a domingo)
Del Diario de un poeta reciencasado (Juan Ramón viajaba a EEUU, donde Zenobia lo esperaba para casarse):
"Después de estos días de lluvia -agua total, amarga y dulce, como el amor , en solución de continuidad-, este día de brisa libre, sol seco sobre la ola y mar de bajo azul., parece un domingo de tierra, un domingo de isla, mejor dicho, sin gente y sin identificación.
Es el día como el alma ignorada y sin nombre -borrado ni entrevisto- de un domingo de antes del domingo; como si hoy hubiésemos descubierto -por estos parajes desconocidos en su mudanza inquieta-, inventado, nombrado el domingo.
Sin embargo, el calendario de la sala, cromo aburrido entre la biblioteca -Pereda, Balaguer, Valera, en pasta con anclas- y el piano Delibes, Arbós, Puccini, con firma de mulata-, dice, tras el humo lento y solitario que un fumar que se fue con su hastío a otro sitio, dejó en el rayo de sol que enciende la alfombra verde: MARTES.
¡Retórica académica y trasatlántica! La semana hecha me parece hoy una quintilla. Baile aprendido, escalera de farolero para el cielo del crepúsculo segundo. ¡Al agua el calendario, el periódico radiotelegráfico y el cura! ¡Yo y lo natural! ¡Domingo, capitán domingo!
-¡Bueno!..."
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