14 de febrero de 2005

Animaladas... para pensar

Dos reflexiones de Paulo Coelho:

La carpa aprende a crecer

La carpa japonesa (koi) tiene la capacidad natural de crecer de acuerdo con el tamaño de su ambiente. Así, en un pequeño tanque, ésta generalmente no pasa de los cinco o siete centímetros pero puede llegar a tres veces ese tamaño, si la dejan en un lago.

De la misma manera, la gente tiene la tendencia a crecer de acuerdo con el ambiente que la rodea. Sólo que, en este caso, no estamos hablando de características físicas, sino de desarrollo emocional, espiritual, e intelectual.

Mientras que la carpa está obligada, por su propio bien, a aceptar los límites de su mundo, nosotros somos libres de establecer las fronteras de nuestros sueños. Si somos un pez más grande que el tanque en que estamos siendo criados, en lugar de adaptarnos a éste, debemos buscar el mar aunque la adaptación inicial sea incómoda y dolorosa.
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El elefante y la cuerda

He aquí el procedimiento adoptado por los entrenadores de circo para que los elefantes jamás se rebelen —y yo sospecho que lo mismo pasa con mucha gente.

Cuando es una criatura, el bebé elefante es amarrado, con una cuerda muy gruesa, a una estaca firmemente clavada en el piso. Éste trata de soltarse muchas veces, pero sus fuerzas no son suficientes para hacerlo.

Un año más tarde, la estaca y la cuerda siguen siendo suficientes para mantener al pequeño elefante preso; éste sigue tratando de soltarse, sin conseguirlo. A esta altura, el animal ya ha comprendido que la cuerda siempre será más fuerte que él,y desiste de sus iniciativas.

Cuando llega a la edad adulta, el elefante todavía se acuerda de que, por mucho tiempo, gastó sus energías inútilmente, tratando de escapar de su cautiverio. A esta altura, el entrenador puede amarrarlo con un soga pequeña, a un cubo de basura, que ya no tratará más de liberarse

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