14 de enero de 2005

Os transcribo lo que pone de Néstor Perlongher, la editorial Seix Barral en sus 'Poemas completos' (en la solapa de la portada):
"Néstor Perlongher nació en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, la noche de Navidad de 1949. En 1982, terminada su licenciatura en sociología, se fue a vivir a San Pablo, donde ingresó en la Maestría de Antropología Social, en la Universidad de Campinas, de la que en 1985 fue nombrado profesor.
Su obra poética publicada comprende seis libros: Austria-Hungria (Buenos Aires, 1980), Alambres (Buenos Aires, 1987; Premio 'Boris Vian' de Literatura Argentina), Hule (Buenos Aires, 1989), Parque Lezama (Buenos Aires, 1990), Aguas aéreas (Buenos Aires, 1990) y El chorreo de las iluminaciones (Caracas, 1992). Colaboró asiduamente en las revistas El Porteño, Alfonsina, Último Reino y Diario de Poesía. Preparó la antología Caribe transplantino. Poesía neobarroca cubana y rioplatense (San Pablo, 1991) y publicó numerosos textos en prosa, entre los que se destacan El fantasma del SIDA (Buenos Aires, 1988) y La Prostitución masculina (Buenos Aires, 1993).
Murió en San Pablo el 26 de noviembre de 1992."

Esto es lo que el editor ha puesto sobre él, si leyerais sus poemas podríais pensar que fue un hombre algo triste y con una cultura impresionante. A mí lo primero que me impresionó de él fue su vocabulario, tengo que reconocer que es bastante complicado por su riqueza, musicalidad y, en fin, el barroquismo del que era tan adecto.
Es una especie de escritor 'maldito' no sólo por su homosexualidad, sino por su trotskismo, su afiliación religiosa, sus estudios sangrantes sobre las cosas consideradas más sagradas en Argentina y, pese a todo esto, un excelente escritor contemporáneo.

Y pensar que a otros, cuando vemos una pecera, sólo se nos ocurre decir 'qué lindos pececitos', frente al casi orgiástico vocabulario de Perlongher:

"LA PECERA DEL AGUA
ígneos reptiles sacudían el cimbroneo de las colas drapeadas en el nimbo de hojarascas acuáticas, inmersas en el globuleo de las impresiones por el volumen traslúcido, una gosma -su delicada precipitación por valles de hondura pelicular- fragante anaranjaba al cordonear por lonjas de fulgor celofanesco, una película de gases o de rebuznos fétidos en el estanque de grasas aterciopeladas de su cuerpo, al tender el tobillo por las correas del reborde o enchastrar el empeine las alhajas de cieno de la costra resbalosa, crustácea, en finas cáscaras envuelve el nacimiento de la imagen -pez saltarín- el cielo raso de fragancias volcánicas, asiáticas, tórridas por la precipitación de limo descendiendo de las lianas del agua"


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