Tengo que reconocer, ante todo, que no he leído el Código da Vinci. Un poco por cierto temor a ciertas novelas que tratan ciertos temas y otro poco porque me he obstinado en seguir con Dostoievski, salga el éxito editorial que salga, es como una apuesta sobre seguro.
He recibido comentarios de lo más diverso de quienes lo han leído, desde el que después fue corriendo a comprar la segunda novela del autor y ha pensado comprar la guía de lectura y releerlo de nuevo con ella en la mano, hasta el que no pudo ni acabar esta novela y la dejó en el último anaquel de la biblioteca. Es lo que siempre pasa con estos bestseller (o como quiera Dios que se escriba eso), fascinan a unos y adormecen a otros.
Y también he visto, POR DOS VECES (que los de la tele son así de reiterativos y yo así de tranquila, que ni me molesto en apretar el botoncito del mando a distancia), un documental que pretende esclarecernos el libro en cuestión, pero que, sin duda alguna, se convierte en una excelente publicidad del Código. Tanta énfasis puso en el asunto el director del publireportaje (porque no es otra cosa) que hasta me creí que todo eso lo había inventado el autor. Decepción: luego me enteré que nihil novum sub sole; y que todo lo que ha hecho este escritor ha sido reescribir viejas leyendas y ciertos evangelios apócrifos. Así que he pensado y repensado y he decidido leer los apócrifos en lugar del Código, porque el tema me interesa (más que nada por chusmear un poco), pero sigo siendo bastante clasicista y no me gusta que las grandes editoriales dirijan mis gustos literarios, no lo puedo evitar.
Sobre los evangelios apócrifos: club.telepolis.com/agaigcu/evangeliosapocrifos.htm; www.monografias.com/trabajos6/evap/evap.shtml; usuarios.iponet.es/casinada/01borges.htm (sólo por indicar algunos sitios)
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