28 de enero de 2005

K. Kavafis

Kavafis es uno de los principales representantes de la literatura griega del siglo XX, y no sé si decir que de toda la literatura griega moderna. Nació (1863) en Alejandría (Egipto) donde sus padres tenían intereses económicos. Su familia era griega pero procedían de Istambul. Al morir sus padres, la familia sufre un grave revés económico y debe ir a Londrés, donde estudia y entra en contacto con los intelectuales que luego le van a influir, finalmente volverá a Egipto donde trabajará como funcionario.
Hacía una doble vida, por el día un funcionario gris, por la noche un gran conocedor de la vida bohemia alejandrina con sus bares y sus burdeles. En 1901 marcha a Grecia, donde se dedica a escribir hasta 1907. Vuelve a Alejandria y allí permanecerá hasta su muerte en 1933.
Es curioso que muchas de sus obras lleguen al idioma español a través del inglés, pues ha sido el mundo anglosajón (a través de su amigo E. M. Foster) el que mejor ha sabido difundir sus poemas y el primero que se hizo eco de ellos.
M. Yourcenar (la de Memoria de Adriano) hizo estudio sobre sus poemas y dijo: "La poesía griega, por muy intelectualizada que pueda ser su expresión, es siempre directa: grito, suspiro, eyaculación sensual, afirmación espontánea que nace en los labios del hombre en presencia del objeto amado". (espero que no censuren este mensaje por la aparición de la palabra 'eyaculación').
Creo que la poesía griega moderna es una gran desconocida para el mundo en general, cuando se habla de poesía griega siempre nos acordamos de los clásicos, pero nos olvidamos de que luego los griegos siguieron escribiendo y bastante bien. Además de ser una literatura muy comprensible para los latinos en general. Los griegos tienen cierta maravilla intelectual por la Generación del 27 en general, y por Lorca en particular (que es respuesta a la maravilla que sentía esta generación por el mundo griego clásico).

UNO DE SUS DIOSES (1917)

Cuando uno de ellos cruzaba por la plaza de Seleucia,
justo en el momento en que caía la tarde,
-caminando como un muchacho, alto y hermoso,
con el goce de un ser inmortal en los ojos,
con el pelo negro y perfumado-,
las gentes le miraban
y se preguntaban si lo conocían,
si era un griego de Siria, o acaso un extranjero.
Pero aquellos que observaban con atención
comprendían, y haciéndose a un lado
mientras él se alejaba bajo los portones,
entre las sombras y las luces de la tarde
hacia el barrio donde vive noches de alcohol y lascivia,
pensaban cuál de Ellos sería
y para qué sospechoso placer
había bajado hasta las calles de Seleucia
desde aquellas Augustas Moradas.

DÍAS DE 1908 (1932)

Aquel año estaba sin trabajo;
y malvivía del juego de las cartas,
de los dados y los préstamos.
En una papelería le habían ofrecido
un empleo de tres libras al mes.
Pero lo rechazó. No era un sueldo para él,
joven bien educado y con veinticinco años.
Apenas si ganaba dos o tres chelines diarios.
De los naipes y los dados, ¿qué podía obtener
un muchacho como él, en cafés de mala muerte,
así jugara con astucia o eligiera los más tontos?
Y aun cuando mucho prestara, rara vez tenía un talero.
Con frecuencia iba a la playa. Su traje era siempre el mismo
uno color de canela, ya muy descolorido.
¡Oh días del verano de mil novecientos ocho!
de vuestro recuerdo, por obra del arte,
se ha borrado aquel traje.
Ahora lo evoco mientras se lo quitaba
y lo arrojaba lejos junto a su pobre ropa interior.
Y quedaba desnudo, íntegramente bello.
Sus cabellos revueltos,
Sus glúteos y brazos y piernas doradas por el sol
en aquellas mañanas de baños en la playa.

Viaje a Itaca
Cuando partas hacia Itaca
pide que tu camino sea largo
y rico en aventuras y conocimiento.
A Lestrigones, Cíclopes
y furioso Poseidón no temas,
en tu camino no los encontrarás
mientras en alto mantengas tu pensamiento,
mientras una extraña sensación
invada tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones, Cíclopes
y fiero Poseidón no encontrarás
si no los llevas en tu alma,
si no es tu alma que ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo.
Que muchas mañanas de verano hayan en tu ruta
cuando con placer, con alegría
arribes a puertos nunca vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finos objetos:
madreperla y coral, ámbar y ébano,
sensuales perfumes, -tantos como puedas-
y visita numerosas ciudades egipcias
para aprender de sus sabios.
Lleva a Itaca siempre en tu pensamiento,
llegar a ella es tu destino.
No apresures el viaje,
mejor que dure muchos años
y viejo seas cuando a ella llegues,
rico con lo que has ganado en el camino
sin esperar que Itaca te recompense.

A Itaca debes el maravilloso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino
y ahora nada tiene para ofrecerte.
Si pobre la encuentras, Itaca no te engañó.
Hoy que eres sabio, y en experiencias rico,
comprendes qué significan las Itacas.

No hay comentarios: