Durante siglos, la cultura se ha reservado para unos pocos que tenían acceso a las grandes bibliotecas. Incluso la capacidad de la propia biblioteca ha hecho que se hayan perdido en el tiempo obras magistrales (es el caso de los autores griegos de teatro: los copistas medievales se limitaron a copiar siete obras de cada uno de ellos, si nos han llegado de algunos más es por la falta de coincidencia entre los diferentes copistas, mejor no hablar de los prejuicios de cada copista). Otras veces, lo que ha resultado nefasto para la conservación de los ejemplares ha sido los incendios (el de la biblioteca de Alejandría es memorable) o la humedad del lugar en el que se guardaban los originales. El problema estaba en el material utilizado: el papiro, el papel, las tablillas de madera... (¡qué magnífico habría sido que hubieran conservado todo en tablillas de barro como aquellas listas de haberes de los micénicos, que ni los terremotos ni los incendios pudieron destruir) .
Pero, como apunté más arriba, no sólo existía el problema del material en el que se conservaban los textos, existe también el problema a la accesibilidad de los lugares en los que se conservan. Grandes bibliotecas que tienen la entrada restringida o que simplemente no nos quedan a mano para ir hasta ellas. El precio de algunos libros que, por el motivo que sea, está por las nubes. Autores que, o bien porque son desconocidos o bien porque no son atractivos para las editoriales (que al final es lo mismo), nunca podían publicar nada. Textos de especialistas que había que buscar durante días y días en el archivo de la biblioteca. Tardes enteras revisando revistas para encontrar un articulito de Antonio de Marichalar hablando de poesía francesa. Etc, etc.
Creo que internet ha posibilitado el acercamiento a la cultura a mucha gente que se sentía ajena y lejana a ella. Inconvenientes y cosas negativas, muchas, sin duda. Pero si usamos bien esta herramienta, puede llegar a convertirse en una formidable aliada. Un inofensivo destornillador le puede sacar a uno un ojo, no obstante bien usado es el mejor instrumento para sacar tornillos.
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