27 de febrero de 2005

Epigramas de Marcial

Sobre el médico Diaulo (y otros )
de Marcial (permitanme que algunos los ponga en latín, inmediatamente voy a traducirlos, pero ¡es que suenan tan bien en su idioma original!):

- Nuper erat medicus, nunc est vispillo Diaulus:
quod vispillo facit, fecerat et medicus.
Traducción: Hace un tiempo, Diaulo era médico, ahora es enterrador:
lo que hace como enterrador, lo había hecho también como médico.

- Bella es, novimus, et puella, verum est,
et dives, quis enim potest negare?
Sed cum te nimiun, Fabulla, laudas,
nec dives neque bella nec puella es.
Tradución: Eres bella, lo sabemos, y joven, es verdad,
y rica, ¿quién puede negarlo?
Pero cuando te alabas demasiado, Fabula,
ni eres rica ni bella ni joven.

- Dicit se vetulam, cum sit Caerelia pupa:
pupam se dicit Gellia, cum sit anus.
Ferre nec hanc possis, possis, Colline, nec illam:
altera ridula est, altera putidula.
Traducción: Cerelia dice que es vieja, aunque es una jovencita:
Gelia dice que es una jovencita, aunque sea vieja.
No podrías soportar a esta, Colino, ni a aquella, no podrías:
una es ridicula, la otra antojadiza.

Eroción y Marcial
Se nos descubre aquí un Marcial nuevo, un Marcial tierno que llora a una esclava que no llegó a cumplir los seis años antes de morir, en el primero, se la encomienda a sus padres, para que la cuiden al otro lado de la muerte, en el segundo se enoja con su amigo Peto porque le critica que la llore.

XXXIV
La niña Eroción
A ti, padre Frontón, y a ti, madre Flacila, os recomiendo esta niña, la delicia de
mis labios y de mi corazón. Que la pequeña Eroción no tiemble de miedo ante las tinieblas infernales y las fauces horribles del perro del Tártaro. Hubiera cumplido en seguida los fríos de seis inviernos, si no hubiera ella vivido otros tantos días de menos.Que juegue ella saltarina entre patronos de tantos años y que con su boquita balbuciente charlotee mi nombre. Que un césped suave cubra sus huesos y que tú, tierra, no seas pesada para ella: ella no lo ha sido para ti.

XXXVII
Llorando a la niña Eroción
Niña más dulce a mis oídos que el último canto del cisne ; más tierna que
el cordero del Galeso de Falante; más delicada que la caracola del lago Lucrino;
niña a la que no son preferibles las perlas del mar Rojo, ni el marfil recién pulido del elefante de la India, ni las primeras nieves, ni el lirio no mancillado; niña cuya cabellera supera los vellones de los rebaños de la Bética, las trenzas anudadas del Rin, y el color dorado del lirón; por cuya boca exhalaba lo que los rosales de Paestum, lo que las primeras mieles de los panales del Ática, lo que un terrón de ámbar arrancado de la mano; niña en cuya comparación el pavo real no tiene hermosura, aparece sin gracia la ardilla, y el fénix es un ave común. Aún están recientes las cenizas de Eroción, a quien la dura ley de los peores hados arrebató en su sexto invierno, pero no cumplido, a ella que era mi ternura, mi gozo, mis delicias. Y mi amigo Peto me prohíbe estar triste y, al par que se da golpes de pecho y se mesa los cabellos, me dice: “¿No te da vergüenza de llorar así la muerte de una esclavita, nacida en tu casa?. Yo enterré a una esposa”, añade, “conocida, majestuosa, noble, rica y, sin embargo, vivo”. ¿Qué puede haber con mayor fortaleza que Peto? ¡Heredó
veinte millones y sin embargo vive!

(Me cansé de traducir, en esta ocasión he tomado la versión de José Guillén)

No hay comentarios: