Para mí, este librito supuso un descubrimiento tardío, tenía ciertos prejuicios, sin embargo, al leerlo me pareció de una modernidad y una actualidad impresionantes. No es un libro de ciencia ficción, ni de magia, ni de ovnis, ni de marcianos, es en realidad una alegoría del ser humano.
"Marzo de 2000: El contribuyente
Quería ir a Marte en el cohete. Bajó a la pista en las primeras horas de la mañana y a través de los alambres les dijo a gritos a los hombres uniformados que quería ir a Marte. Les dijo que pagaba impuestos, que se llamaba Pritchard y que tenía el derecho de ir a Marte. ¿No había nacido allí mismo en Ohio? ¿No era un buen ciudadano? Entonces, ¿Por qué no podía ir a Marte? Los amenazó con los puños y les dijo que quería irse de la Tierra; todas las gentes con sentido común querían irse de la Tierra. Antes que pasaran dos años iba a estallar una gran guerra atómica, y él no quería estar en la Tierra en ese entonces. El y otros miles como él, todos los que tuvieran un poco de sentido común, se irían a Marte. Ya lo iban a ver. Escaparían de las guerras, la censura, el estatismo, la conscripción, el control gubernamental de esto o aquello, del arte o de la ciencia. ¡Que se quedaran otros! Les ofrecía la mano derecha, el corazón, la cabeza, por la oportunidad de ir a Marte. ¿Qué había que hacer, qué había que firmar, a quién había que conocer para embarcar en un cohete?
Los hombres de uniforme se rieron de él a través de los alambres. Le dijeron que no quería ir a Marte. ¿No sabía que las dos primeras expediciones habían fracasado y que probablemente todos sus hombres habían muerto?
No podían demostrarlo, no podían estar seguros, dijo Pritchard agarrándose a los alambres. Era posible que allá arriba hubiea un país de leche y miel, y que el capitán York y el capitán Williams no hubieran querido regresar. ¿Le abrirían el portón para dejarlo subir al Tercer Cohete Expedicionario, o lo rompería él mismo a puntapiés?
Le dijeron que se callara.
Vio a los hombres que iban hacia el cohete.
- ¡Espérenme!- les gritó-. ¡No me dejen este mundo terrible! ¡Quiero irme! ¡Va a haber una guerra atómica! ¡No me dejen en la Tierra!
Lo sacaron de allí a rastras. Cerraron de un golpe la portezuela del coche policial y se lo llevaron con la cara pegada a la ventanilla trasera. Poco antes que la sirena del automóvil comenzara a sonar, al acercarse una curva, vio el fuego rojo, oyó el ruido terrible y sintió la trepidación con que el cohete plateado se elevó abandonándolo en una oridnaria mañana de lunes, en el ordinario planeta Tierra"
"2004-2005: La elección de los nombres
LLegaron a las extrañas tierras azules y les pusieron sus nombres: ensenada Hinkston, cantera Lustig, río Black, bosque Driscoll, montaña de los Peregrinos, ciudad Wilder, nombres todos de personas y las hazañas de esas personas. En el lugar donde los marcianos mataron a los primeros terrestres, había un pueblo Rojo, en recuerdo de la sangre de esos hombres. El lugar donde fue destruida la segunda expedición se llamaba Segunda Tentativa. En todos los sitios donde los hombre de los cohetes quemaban el suelo con sus calderos ardientes, quedaban como cenizas los nombres. Y, naturalmente, había una colina Spender y una ciudad Nathaniel York...
Los antiguos nombres marcianos eran nombres de agua, de aire y de colinas. Nombres de nieves que descendían por los canales de piedra hacia los mares vacíos. Nombres de hechiceros sepultados en ataúdes herméticos. Nombres de torres y obeliscos. Y los cohetes golpearon como martillos esos nombres, rompieron los mármoles, destruyeron los mojones de arcilla que nombraban a los pueblos antiguos, y levantaron entre los escombros grandes pilones con los nuevos nombres: PUEBLO HIERRO, PUEBLO ACERO, CIUDAD ALUMNIO, ALDEA ELÉCTRICA, PUEBLO MAÍZ, VILLA CEREAL, DETROIT II, y otros nombres mecánicos y otros nombres de metales terrestres.
Y después de construir y bautizar los pueblos, construyeron y bautizaron los cementerios: colina Verde, pueblo Musgo, colina Bota, y los primeros muertos bajaron a su sepultura...
Y cuando todo estuvo perfectamente catalogado, cuando se eliminó la enfermedad y la incertidumbre, y se inauguraron las ciudades y se suprimió la soledad, los sofisticados llegaron de la Tierra. Llegaron en grupos, de vacaciones, para comprar recuerdos de Marte, sacar fotografías o conocer el ambiente; llegaron con estrellas e insignias y normas y reglamentos, trayendo consigo parte del papeleo que había invadido la Tierra, como una mala hierba, y que ahora crecía en Marte casi con la misma abundancia. Comenzaron a organizar la vida de las gentes, sus bibliotecas, sus escuelas, comenzaron a empujar a las mismas personas que habían venido a Marte escapando de las escuelas, los reglamentos y los empujones.
Era por lo tanto inevitable que algunas de eesas personas contestaran con otros empujones..."
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