2 de marzo de 2005

Romances novelescos

ROMANCE DEL CONDE OLINOS
Madrugaba el conde Olinos
mañanita de San Juan,
a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.
Mientras el caballo bebe
canta un hermoso cantar;
las aves que iban volando
se paraban a escuchar:
Bebe, mi caballo, bebe,
Dios te me libre del mal:
de los vientos de la tierra
y de las furias del mar.
De altas torres del palacio,
la reina le oyó cantar:
-Mira, hija, cómo canta
la sirena de la mar.
-No es la sirenita, madre,
que ésta tiene otro cantar;
es la voz del conde Olinos
que por mis amores va.
-Si es la voz del conde Olinos,
yo le mandaré matar,
que para casar contigo,
le falta sangre real.
Guardias mandaba la reina
al conde Olinos buscar:
que le maten a lanzadas
y echen su cuerpo a la mar.
La infantina, con gran pena,
no cesaba de llorar;
él murió a la medianoche
y ella a los gallos cantar.


Estos romances ya no son aquellos romances fronterizos donde se contaban historias de moros y cristianos, estos son romances novelescos y tienen composiciones paralelas en otras literaturas, por eso las historias que cuentan nos suenan tan familiares, seguro que más de una la hemos oído en algún cuento, alguna leyenda o en otras poesías.

Romance del Conde Arnaldos
(versión recogida por Menéndez Pidal en Flor Nueva de Romances Viejos)
¡Quién hubiese tal ventura
sobre las aguas del mar
como hubo el conde Arnaldos
la mañana de San Juan!
Con un falcón en la mano
la caza iba a cazar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar.
Las velas traía de seda
la jarcia de oro torzal,
marinero que la manda
diciendo viene un cantar
que la mar facía en calma
los vientos hace amainar,
los peces que andan al hondo,
arriba los hace andar,
las aves que van volando
al mástil hace posar;
allí fabló el conde Arnaldos,
bien oiréis lo que dirá:
--¿Por tu vida marinero,
digasme ora ese cantar.—
Respondióle el marinero,
tal respuesta le fue a dar:
--Yo no digo esta canción
sino a quien conmigo va.

Otra versión (esta con la tradición literaria del cautivo):
¡ Quién hubiese tal ventura
sobre las aguas del mar
como hubo el infante Arnaldos
la mañana de San Juan !
Andando a buscar la caza
para su halcón cebar,
vio venir una galera
que venía en alta mar;
las áncoras tiene de oro,
las velas de un cendal;
marinero que la guía,
va diciendo este cantar:
- Galera, la mi galera,
Dios te me guarde de mal,
de los peligros del mundo,
de fortunas de la mar,
de los golfos de León
y estrecho de Gibraltar,
de las fustas de los moros
que andaban a saltear.
Allí habló el infante Arnaldos,
bien oiréis lo que dirá:
- Por tu vida, el marinero,
digasme ora ese cantar.
- Quien mi cantar quiere oír
en mi galera ha de entrar.
Tiró la barca el navío
y el infante fue a embarcar;
alzan velas, caen remos,
comienzan a navegar;
con el ruido del agua
el sueño le vencío ya.
Pónenle los marineros
los hierros de cautivar;
a los golpes del martillo,
el infante fue a acordar.
- Por tu vida, el buen marino,
no me quieras hacer mal:
hijo soy del rey de Francia,
nieto del de Portugal;
siete años había, siete,
que fui perdido en la mar.
Allí le habló el marinero:
- Si tú me dices verdad,
tú eres nuestro infante Arnaldos
y a ti andamos a buscar.
Alzó velas el navío
y se van a su ciudad.
Torneos y más torneos,
que al conde pareció ya.

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