10 de diciembre de 2004

Rayuela de J. Cortázar y el lenguaje glíglico.

Capítulo 68

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpaso en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias"

Este capítulo está escrito en "glíglico" (un lenguaje musical que pretende comunicar un significado por medio del sonido de sus sílabas y el ritmo, sin prescindir totalmente de una estructura lógica). Se trata en verdad de un lenguaje formado por jitanjáforas, con este nombre Alfonso Reyes designaba palabras o frases sin sentido pero con sonido melódico y rítmico. por ejemplo, 'Super califragilistico espialidoso' o 'Abracadabra'. Reyes había tomado el término de un poema de Brull. También utiliza esta figura retórica, entre otros, y con cierta frecuencia, Nicolás Guillén. Se trata simplemente de un juego de palabras, un código casi secreto como los que los niños usan cuando juegan. Si quieres saber más sobre el glígico, Andrés Amorós habla en una de las ediciones de Rayuela de este tema, en la ed. Catedra.

LEYENDA

Mariano Brull

"Filiflama alabe cundre
ala olalúnea alífera
alveolea JITANJAFORA
liris salumba salífera.

Olivea oleo olorife
alalai cánfora sandra
milingítara girófora
ula ulalundre calandra"


Otro poema con jitanjáfora, es un fragmento de un poema de V. Huidobro (Altazor o viaje en paracaidas):

"Viene gondoleando la golondrina
al horitaña de la montazonte.
La violondrina y el goloncelo,
descolgada esta mañana de la lunala,
se acerca a todo galope.

Ya viene viene la golondrina,
ya viene viene la golonfina,
ya viene la golontrina,
ya viene la goloncima,
viene la golonchina,
viene la golonclima,
ya viene la golonrima,
ya viene la golonrisa,
la golonniña,
la golongira,
la golonlira,
la golonbrisa,
la golonchilla.

Ya viene la golondía
y la noche encoge sus uñas como el leopardo.
Ya viene la golontrina
que tiene un nido en cada uno de los dos calores
como yo lo tengo en los cuatro horizontes.

Viene la golonrisa
y las olas se levantan en la punta de los pies.
Viene la golonniña
y siente un vahído la cabeza de la montaña.
Viene la golongira
y el viento se hace parábola de sílfides en orgía,
se llenan de notas los hilos telefónicos,
se duerme el ocaso con la cabeza escondida
y el árbol con el pulso afiebrado.

Pero el cielo prefiere el rodoñol,
su niño querido el rorreñol,
su flor de alegría el romiñol,
su piel de lágrima el rofañol,
su garganta nocturna el rosolñol,
el rolañol,
el rosiñol"

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