11 de diciembre de 2004

sobre el gusto y el conocimiento

Siempre me pareció que el David de Miguel Ángel, sí, la escultura, no me he vuelto loca, sé que no es literatura, bueno, pues siempre creí que el David era representación de la perfección corporal. Para mí, su cuerpo es perfecto. Lo miro y lo remiro y sigo opinando igual. Pero hete aquí que llega un grupo de expertos y descubre que no es así, ahora resulta que la estatua no es tan perfecta como a mí me parece que es, por lo visto, el escultor tuvo un problema con el tamaño del mármol y tuvo que arreglarlo como pudo. Ya ni recuerdo en qué consiste la imperfección, porque para mí sigue siendo perfecto. Yo admiro a estos expertos que han visto esa imperfección, escuché el informe y lo leí luego con absoluta atención, pero, y a pesar de que ahora sé que ya no es, para los expertos, el maximum de perfección, yo sigo pensando que lo es.
Creo que con la literatura puede pasar igual, hay obras que para alguien que se pasa la vida estudiando las formas estéticas literarias son bastante precarias, pero que para los que simplemente la ven por su contenido son excelentes. Hace unos años me regalaron cierta novela que en aquella época en España todos leían con admiración y embeleso, yo la leí y no me gustó nada, nada en absoluto. Pero creo que la autora de esa novela llegará a ser muy buena escritora porque tiene ciertas características estéticas que si las explota puede llegar bastante alto. Cuando hice el comentario entre personas que sólo entiende de literatura como lectores, no entendieron que no me gustara la dichosa novela. Y los comprendí, porque yo había leído esa novela desde un punto de vista que no lo habían leído ellos, y ahí estuvo mi problema. No es que mi opinión sea mejor que la de ellos, simplemente leí desde otro ángulo. Creo que a veces hay que olvidarse de ciertas estructuras mentales originadas por el estudio profundo de una materia para acercarse a ciertas obras.
Además, reconozco que hay obras literarias alabadas por todos los expertos, que realmente son incomibles por cualquier persona. Tengo que reconocer que entiendo mejor a Platón en su lengua original que los Sueños de sor Juana Inés, a pesar de haberlos leído un par de veces, hay puntos que son todo un misterio. Entiendo su ritmo, formalmente me parecen perfectos, estilísticamente impecables, pero su contenido es casi como un oráculo délfico. Como estudiosa de las formas literaturas (que no experta) veo que los Sueños son perfectos, pero gustarme, lo siento, no me gustan.
Y ya termino, creo que para que nos guste algo no es necesario saber cómo se ha hecho y si es perfecto o no, según los sabios en el tema.

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